
Cada uno de los diez capítulos de este libro presenta una o unas pocas teorías económicas y las aplica a asuntos de todos los días: el poder de la escasez, la información asimétrica, la selección adversa, la teoría de los juegos, la ventaja comparativa, las externalidades, los fallos del mercado.
Como buen escritor de divulgación, Harford sabe establecer conexiones entre fenómenos diversos, explicar en términos amables las cifras y presentar con gracia esa información: hablando de la venta de droga al menudeo en las calles americanas se detiene en un soldado raso, y nos cuenta que su “salario promedio es menor de 10 dólares la hora. Esto no es mucho si consideramos que, en un período de cuatro años, un miembro típico de una banda criminal tiene la posibilidad de recibir dos disparos, de ser arrestado seis veces y una posibilidad entre cuatro de que lo maten” (p. 39).
En un primer momento esta capacidad de hacer conexiones y reducir las variables que intervienen en determinado fenómeno para explicarlo con claridad puede parecer una fortaleza, pero leyendo dos veces es la más notable limitación de este libro. Y me perdonarán su medio millón de compradores y sus decenas de comentaristas entusiastas. Porque, en aras de la discusión y sobre todo de la divulgación, está bien no mirar con mucho detenimiento un par de factores que inciden en alguna tendencia del mercado y dedicarse a los que pueden ayudar a explicar esa tendencia. Lo que es feo es olvidar olímpicamente variables, vectores, procesos que puedan contradecir la hipótesis del autor, o que es necesario considerar con detenimiento para dar un panorama más completo y certero de un fenómeno. Por ejemplo, “En 1998, los productores nacionales [de Estados Unidos] de azúcar disfrutaban de un subsidio de 1.000 millones de dólares, la mitad del cual se distribuía entre sólo diecisiete granjas. (Debido a las distorsiones provocadas por la protección, esto les costaba a los consumidores cerca de 2.000 mil millones [sic; en un momentito hablamos de la traducción y la corrección de este volumen] de dólares, de los cuales la mitad era un desperdicio total.) Esta protección ha perjudicado a los productores de azúcar colombianos, quienes han cambiado su producción por la de cocaína” (p. 260). No escogí este ejemplo motivado por indignación nacionalista: lo escogí porque quizá aquí conocemos al menos otras variables que han intervenido para que algunos productores de azúcar se hayan pasado a la producción de cocaína.
Ya la reducción de variables para explicar la existencia —y aun más, la permanencia— de maquilas (sweatshops) es escandaloso e indignante, así como es insidioso el estudio detallado de Camerún para explicar “Por qué los países pobres son pobres” (pp. 215 y siguientes). El propio autor es consciente de esto cuando dice en la página 110: “Como de costumbre, he estado simplificando excesivamente las cosas”. ¿Y entonces? Propongo que este libro y los de su tipo incluyan una advertencia similar a las que traen los espejos retrovisores de los carros: “Los objetos en el espejo aparecen más grandes (o más pequeños) de como son en realidad”. Así tal vez leamos esta cantidad de información, bien escrita por demás y en muchos casos útil, con beneficio de inventario, como parece que no han hecho sus comentaristas.
Antes de terminar debo mencionar el trabajo de traducción, realizado por “Redactores en Red”, una empresa sin nombres visibles y reconocibles en su página web. Y como tal, responsable de un trabajo que me deja serias dudas: cuando en la página 95 me hablan de los “cien metros lisos” y en la 32 me preguntan “cómo podemos hacer para notar…”, yo comienzo a desconfiar del traductor y del corrector. Y no son los únicos casos, el libro adolece de múltiples erratas y de frases francamente feas, que debemos asignarle al traductor y al corrector, no al autor, que como escritor es más que competente.
En fin, El economista camuflado es un libro ameno, que suaviza al lector conceptos duros de la teoría económica y los pone a jugar en la arena de las decisiones que tomamos todos los días. Hay que andarse con cuidado, porque el economista camuflado es un abanderado sin cortapisas del libre mercado y amaña con maestría algunas variables para presentar de manera implacable su argumentación en favor de mercados completamente abiertos. Está lleno de datos sabrosos y viene muy bien escrito, pero los Traductores en Red y los correctores han metido sus manos en algunos puntos y los han ensuciado. En últimas, repito, en lugar de las frases mercachifles de la carátula (“Bestseller mundial: más de 400.000 ejemplares vendidos”, en la parte inferior y “Un libro de lectura obligatoria”, en la superior), debería venir con una advertencia, y aquí la pongo para terminar: Léase con precaución.
Tim Harford, El economista camuflado, Madrid, Temas de Hoy, 2007, 344 páginas. Traducción de Traductores en Red.
Comentarios
Sirvase en plato blanco acompañado de cerveza, plátano, papitas.
Para alcanzar tales maravillas al tacto del cuchillo hemos suavizado por dos semanas el concepto en un preparado de comino con espinaca... Perdona, pero no pude aguantar las ganas.
saludos!!
Y a propósito de estadísticas y datos mal comparados, un autor que habla sobre cómo los estadistas le mienten a los lectores inocentes (que a la larga somos todos) es Stephen Campbell, quien tiene un libro llamado Equívocos y Falacias en la Interpretación de Estadísticas. Es muy bueno
Y lo del mensaje de "Léase con precaución" no debería ser un texto, sino una cinta de color amarillo, como las de peligro que ponen en las obras de las calles o en las alcantarillas destapadas (si las descubren, claro). Y en algunos casos, como en Padre Rico Padre Pobre, podrían deciir, "por favor, no se ilusione".
GABO: El libro de Stiglitz no tiene desperdicio, de acuerdo, y su argumentación es menos falaz. Y gracias por la recomendación de Campbell, no conocía el libro y el tema me interesa mucho.
CAMILO, yo creo que no seguí haciendo "carrera" con Jorge por que entré a trabajar a Ferrovías; ese hombre si tiene madera pa`l palique y la lectura.
P.S. La foto de Ramones es una que anda rotando en el Facebook hace varios meses. / Celebro que se suba el nivel de este blog... y a propósito de cultura victimista donde están los otros lamberiscas????
Felicitaciones, que falta hace que alguien diga unas cuantas verdades literarias y de uno que otro certero garrotazo.
Gracias