
“Panorama de narrativas”: los inicios de una colección (3)
Los números 22 y 24 corresponden a Patricia Highsmith –Crímenes imaginarios y El juego del escondite–, mientras que a finales de 1982 comparece una extraordinaria escritora del Deep South, Eudora Welty, con el que había sido su primer libro de relatos, Una cortina de follaje, donde el lirismo mágico, por una parte, y el llamado “grotesco sureño”, por otra, brillan con personal intensidad. Después publicamos dos títulos más, El corazón de los Ponder y Las manzanas doradas, libros acogidos siempre con excelentes reseñas y escasísimas ventas. A veces nos lamentábamos en Frankfurt con su editora inglesa Marion Boyars de sus pocos lectores: “Ganará el Nobel”, me decía siempre. Un día le pregunté, por si tenía fuentes suecas, por qué lo repetía con tanto énfasis: “Es mi candidata”, repuso, “That’s all”. Eudora murió hace poco sin el Nobel, pero respetada en su país como una de las grandes escritoras del siglo.
En el mismo viaje a Estados Unidos en el que conocimos Lali y yo a Grace Paley, bajamos luego a Nueva Orleans (imprescindible homenaje a Kennedy Toole), y de ahí, en coche, a Jackson, Mississippi, donde vivía Eudora Welty, altísima, huesudísima, timidísima. En una semana habían estado en su casa un equipo de televisión de Nueva York, un periodista francés con motivo de la publicación de sus libros en Flammarion, y después nosotros: “¡Qué pasa con usted, miss Welty?”, nos dijo, como incrédula, que le preguntaban sus vecinos. Nos habló con mucho afecto de Richard Ford, a quien conoció de niño, cuando era vecino suyo en Jackson.
El año 1983 se inicia con Gesualdo Bufalino, un escritor publicado por la exquisita editorial siciliana Sellerio: su primera novela Diceria dell’untore, que se convirtió en Perorata del apestado (PN 23), tras serias dudas sobre la traducción nada fácil del título, fue una revelación. Su historia es bien conocida: un ignoto profesor sexagenario escribe unos textos para acompañar un libro de fotografías; la editora, Elvira Sellerio, y su asesor literario, Leonardo Sciascia, detectan un extraordinario talento de escritor, le preguntan si tiene manuscritos en sus cajones… y los tenía a mansalva. Entre ellos, su segunda novela, Argos el ciego, que con Perorata del apestado me parecen no sólo las mejores novelas del autor, sino también de la literatura italiana de las últimas décadas.
Y ahora comparece de nuevo nuestra vieja amiga Grace Paley con sus Enormes cambios en el último minuto (PN 24), al que más adelante seguirá su tercer y último libro de cuentos, Más tarde, el mismo día. Para muchos lectores, los grandes cuentistas norteamericanos de los sesenta en adelante podrían ser estos tres: Donald Barthelme, Grace Paley, Raymond Carver (ampliación del axioma anterior).
Otro extraordinario y atípico escritor italiano, el sardo Salvattore Satta (Adelphi, again), un jurista de extraordinario prestigio que, como a escondidas, escribió una obra maestra, El día del juicio (PN 25). En ella se cuenta la historia de una antigua familia de notarios acomodados en Nuoro, una ciudad que es un “nido de cuervos” en esa isla de “demoníaca tristeza”. Releo en la contraportada: “Detrás de la prosa austera, de la concreción durísima de los hechos, percibimos en estas páginas una continua fiebre visionaria”, un texto que no recuerdo si lo escribí yo o, más probablemente, fue traducido de la contraportada italiana, que solía redactar el propio Calasso. Satta era uno de esos “casos literarios” con los que los italianos nos sorprenden a menudo, como ha podido verse en este recuento: Wilcock, Manganelli, Brelich, Bufalino y ahora Satta.
Luego siguen Dúo (PN 26), una excelente novela corta de Colette, y Extraños en un tren (PN 27), la primera novela de Highsmith que, como es sabido, llevó al cine con gran éxito Hitchcock y en cuyo guión trabajó, rezongando, Raymond Chandler. Anyway, gran novela, gran película.
El polaco Andrzej Kusniewicz es el autor de uno de mis títulos preferidos de aquellos años, El Rey de las Dos Sicilias (PN 28). Lo descubrí en Frankfurt, en el stand de Sellerio, lo empecé a leer y me quedé deslumbrado; le pregunté a Enzo Sellerio por los derechos, y éste, muy complacido y complaciente, me llevó a conocer a la agente polaca para pedir una opción. Lo terminé entusiasmado y lo publicamos, al igual que otra novela suya: La lección de lengua muerta. Como anécdota, cuando conocí a Álvaro Mutis en México, en casa de Alejandro Rossi, me saludó con su mejor vozarrón: “¡Te estaré para siempre agradecido por haber publicado El Rey de las Dos Sicilias!”.
Jean Rhys, una de las escritoras más singulares de la literatura británica, quebradiza y quebrada y a la vez indestructible, comparece por primera vez en la colección con el libro de relatos Los tigres son más hermosos (PN 29) –hipótesis de trabajo: las personas respetables son más feroces que los tigres… y desde luego menos hermosas–, al que seguirán más adelante Ancho mar de los Sargazos, la novela de su revival que la sacó del olvido, y Después de dejar al señor Mackenzie.
Y con Tras los pasos de Ripley (PN 30), en la primavera del 83, termina este repaso de los 30 primeros títulos de “Panorama de narrativas”, correspondientes a los dos primeros años de su existencia.
Resulta patente la prioridad de la literatura anglosajona, seguida de la italiana, francesa y alemana, y con un título de lengua más exótica, el polaco; una tónica que se prolongará de forma similar a lo largo de los años, con una diferencia en los últimos tiempos, el aumento de autores franceses y un bajón italiano. (En los años ochenta, “Panorama de narrativas” compitió con nuestra colección “Contraseñas”, muy activa en esa década –con sus Tom Sharpe, Tom Wolfe, Kurt Vonnegut, Douglas Adams, más Bukowski, y tantos otros– y que luego siguió más en sordina.)
Los títulos de “Panorama de narrativas”, de extraordinaria calidad literaria todos ellos, resultaron a menudo minoritarios, pero fueron propulsados por La conjura de los necios y las siete novelas de Patricia Highsmith que tanto facilitaron la buena marcha de la colección y mejoraron las finanzas de la editorial. Y debido a ello, en plena euforia, decidí, literalmente de un día para otro, convocar un premio de novela que inauguraría una nueva colección, “Narrativas hispánicas”, que se inició en noviembre de 1983.
Los números 22 y 24 corresponden a Patricia Highsmith –Crímenes imaginarios y El juego del escondite–, mientras que a finales de 1982 comparece una extraordinaria escritora del Deep South, Eudora Welty, con el que había sido su primer libro de relatos, Una cortina de follaje, donde el lirismo mágico, por una parte, y el llamado “grotesco sureño”, por otra, brillan con personal intensidad. Después publicamos dos títulos más, El corazón de los Ponder y Las manzanas doradas, libros acogidos siempre con excelentes reseñas y escasísimas ventas. A veces nos lamentábamos en Frankfurt con su editora inglesa Marion Boyars de sus pocos lectores: “Ganará el Nobel”, me decía siempre. Un día le pregunté, por si tenía fuentes suecas, por qué lo repetía con tanto énfasis: “Es mi candidata”, repuso, “That’s all”. Eudora murió hace poco sin el Nobel, pero respetada en su país como una de las grandes escritoras del siglo.
En el mismo viaje a Estados Unidos en el que conocimos Lali y yo a Grace Paley, bajamos luego a Nueva Orleans (imprescindible homenaje a Kennedy Toole), y de ahí, en coche, a Jackson, Mississippi, donde vivía Eudora Welty, altísima, huesudísima, timidísima. En una semana habían estado en su casa un equipo de televisión de Nueva York, un periodista francés con motivo de la publicación de sus libros en Flammarion, y después nosotros: “¡Qué pasa con usted, miss Welty?”, nos dijo, como incrédula, que le preguntaban sus vecinos. Nos habló con mucho afecto de Richard Ford, a quien conoció de niño, cuando era vecino suyo en Jackson.
El año 1983 se inicia con Gesualdo Bufalino, un escritor publicado por la exquisita editorial siciliana Sellerio: su primera novela Diceria dell’untore, que se convirtió en Perorata del apestado (PN 23), tras serias dudas sobre la traducción nada fácil del título, fue una revelación. Su historia es bien conocida: un ignoto profesor sexagenario escribe unos textos para acompañar un libro de fotografías; la editora, Elvira Sellerio, y su asesor literario, Leonardo Sciascia, detectan un extraordinario talento de escritor, le preguntan si tiene manuscritos en sus cajones… y los tenía a mansalva. Entre ellos, su segunda novela, Argos el ciego, que con Perorata del apestado me parecen no sólo las mejores novelas del autor, sino también de la literatura italiana de las últimas décadas.
Y ahora comparece de nuevo nuestra vieja amiga Grace Paley con sus Enormes cambios en el último minuto (PN 24), al que más adelante seguirá su tercer y último libro de cuentos, Más tarde, el mismo día. Para muchos lectores, los grandes cuentistas norteamericanos de los sesenta en adelante podrían ser estos tres: Donald Barthelme, Grace Paley, Raymond Carver (ampliación del axioma anterior).
Otro extraordinario y atípico escritor italiano, el sardo Salvattore Satta (Adelphi, again), un jurista de extraordinario prestigio que, como a escondidas, escribió una obra maestra, El día del juicio (PN 25). En ella se cuenta la historia de una antigua familia de notarios acomodados en Nuoro, una ciudad que es un “nido de cuervos” en esa isla de “demoníaca tristeza”. Releo en la contraportada: “Detrás de la prosa austera, de la concreción durísima de los hechos, percibimos en estas páginas una continua fiebre visionaria”, un texto que no recuerdo si lo escribí yo o, más probablemente, fue traducido de la contraportada italiana, que solía redactar el propio Calasso. Satta era uno de esos “casos literarios” con los que los italianos nos sorprenden a menudo, como ha podido verse en este recuento: Wilcock, Manganelli, Brelich, Bufalino y ahora Satta.
Luego siguen Dúo (PN 26), una excelente novela corta de Colette, y Extraños en un tren (PN 27), la primera novela de Highsmith que, como es sabido, llevó al cine con gran éxito Hitchcock y en cuyo guión trabajó, rezongando, Raymond Chandler. Anyway, gran novela, gran película.
El polaco Andrzej Kusniewicz es el autor de uno de mis títulos preferidos de aquellos años, El Rey de las Dos Sicilias (PN 28). Lo descubrí en Frankfurt, en el stand de Sellerio, lo empecé a leer y me quedé deslumbrado; le pregunté a Enzo Sellerio por los derechos, y éste, muy complacido y complaciente, me llevó a conocer a la agente polaca para pedir una opción. Lo terminé entusiasmado y lo publicamos, al igual que otra novela suya: La lección de lengua muerta. Como anécdota, cuando conocí a Álvaro Mutis en México, en casa de Alejandro Rossi, me saludó con su mejor vozarrón: “¡Te estaré para siempre agradecido por haber publicado El Rey de las Dos Sicilias!”.
Jean Rhys, una de las escritoras más singulares de la literatura británica, quebradiza y quebrada y a la vez indestructible, comparece por primera vez en la colección con el libro de relatos Los tigres son más hermosos (PN 29) –hipótesis de trabajo: las personas respetables son más feroces que los tigres… y desde luego menos hermosas–, al que seguirán más adelante Ancho mar de los Sargazos, la novela de su revival que la sacó del olvido, y Después de dejar al señor Mackenzie.
Y con Tras los pasos de Ripley (PN 30), en la primavera del 83, termina este repaso de los 30 primeros títulos de “Panorama de narrativas”, correspondientes a los dos primeros años de su existencia.
Resulta patente la prioridad de la literatura anglosajona, seguida de la italiana, francesa y alemana, y con un título de lengua más exótica, el polaco; una tónica que se prolongará de forma similar a lo largo de los años, con una diferencia en los últimos tiempos, el aumento de autores franceses y un bajón italiano. (En los años ochenta, “Panorama de narrativas” compitió con nuestra colección “Contraseñas”, muy activa en esa década –con sus Tom Sharpe, Tom Wolfe, Kurt Vonnegut, Douglas Adams, más Bukowski, y tantos otros– y que luego siguió más en sordina.)
Los títulos de “Panorama de narrativas”, de extraordinaria calidad literaria todos ellos, resultaron a menudo minoritarios, pero fueron propulsados por La conjura de los necios y las siete novelas de Patricia Highsmith que tanto facilitaron la buena marcha de la colección y mejoraron las finanzas de la editorial. Y debido a ello, en plena euforia, decidí, literalmente de un día para otro, convocar un premio de novela que inauguraría una nueva colección, “Narrativas hispánicas”, que se inició en noviembre de 1983.
Lo fusilamos de: Jorge Herralde, Flashes sobre escritores y otros textos editoriales, México, Ediciones del Ermitaño, 2003, pp. 97-116.
Comentarios
JUAN
ssssssssssssss
Lucaz, vos que estás pendiente de Atonement, seguramente la vas a disfrutar, como seguidor de McEwan religioso que sos. A mí él me deja igual de frío en el papel que en la pantalla, pero me parece muy probable que sus fans encuentren ahí mucho de lo que les gusta en sus novelas: buena premisa, personajes atribulados y digresión.
y que peor aun, siempre que sacan ediciones baratas son los mismos escritores de siempre (editorial Planeta como se comento una vez en este blog si mal no recuerdo)... en fin, dejo abierto el comentario para discusion pero sin insultos vale?
la pelada que sale con wili en la foto... es con photoshop, no?
Lástima que no te guste el humor negrísimo de Mcewan ni la férrea voluntad de sus personajes. Las dos películas anteriores sobre su obra son regular la de El Placer del Viajero y lamentable la del Inocente, con todo y John Schlesinger a bordo!!.
Por ahí te echaron un piropo, ya habrá ocasión de transmitírtelo.
Saludos, Lucaz
Lucaz
señor zapata, el comentario anterior sobre sumerced era de un caballero, no de una "despechada". Por favor, párele bolas al género, no continue apoyando el control machista del lenguaje.
aydiojmio!!!!
Att
Saved by Willy`s Estulticia Rat
la otra peli basada en algo de McEwan que vi es Enduring Love, que la tradujeron algo así como "el amante obsesivo" o una vaina por el estilo. Tiene los primeros diez minutos más potentes, junto a los de 28 weeks later (Exterminio 2), que he visto en mucho rato. Pero luego se diluye en otra cosa. Se consigue en ArtDvd, en la 7 con 67.
Lucaz
Lucaz