
Si me pidieran un resumen de esta novela lo tomaría de la página 192: “Sebastián [el personaje central] publicó un solo libro, después de muerto se descubrió un inmenso diario y basado en él estoy escribiendo su biografía, la biografía de un escritor secreto que inventaba escritores y escribía los textos de sus escritores inventados”. Lo piensa Bernabé Escobar, escritor por encargo, profesor de literatura y narrador de buena parte de la primera parte de esta novela inmensa (y no estoy pensando en las 650 páginas que la contienen: pienso en sus alcances narrativos, en sus múltiples voces, en sus diferentísimas texturas).
Está dividida casi por la mitad: la primera parte comprende la biografía de Sebastián Uribe Riley escrita por Bernabé, su mejor amigo desde los diez años hasta comienzos de la universidad. La segunda es una antología de los escritos que compuso Sebastián con su nombre y con los de sus heterónimos. Estas novelas donde los personajes son literatos y la peripecia es la búsqueda, consecución, lectura, compilación, comentario, etcétera, de manuscritos o de obras o de autores pueden desembocar en obras maestras o en colchas facilistas de lugares comunes. Ésta, igual que Cartas cruzadas del propio Jaramillo Agudelo, es una obra maestra. Y no me voy a ganar más enemigos citando un ejemplo local de descalabro en una novela de temática literaria: revisen el catálogo de Villegas Editores.
La de la biografía es una prosa limpia, sin mayores artificios estilísticos o experimentaciones: la vida de Sebastián está organizada cronológicamente y al lado de ella aparecen sus pensamientos, pues Bernabé va trascribiendo fragmentos de su diario que confirman, comentan, completan o contradicen algún dato encontrado durante sus investigaciones, o bien ilustran lo que Sebastián pensaba de determinado personaje, tendencia o hecho, de sí mismo. Algunas citas al azar: “La frustración mata más rápido que los excesos” (p. 293), “lo esencial es usar bien el tiempo, es decir, trabajar únicamente el tiempo necesario para vivir con dignidad y usar el resto en cosas que le gusten” (p. 307), “Los medellinenses adoran a los ricos, sobre todo a los nuevos ricos. El nuevo rico tiene la milagrosa cualidad de ser una prueba viviente de que todos podemos ser ricos” (p. 358), “Gracias, Dios mío, porque las agujas del tocadiscos no han perforado todavía los acetatos de la Misa en si menor” (p. 321).
La vida de este personaje no es emocionante: estudió en un colegio jesuita del Medellín de los sesenta, abandonó pronto la carrera de filosofía, aprendió con su abuelo –profesor eminente en una universidad neoyorquina– latín y griego y leyó autores clásicos, se casó, volvió solo a Medellín, dirigió dos revistas casi anónimas de poesía y se encerró a leer, a oír música y, sin que nadie lo advirtiera, a escribir en cuadernos escolares, de los cuales acumuló más de 300.
¿Qué hace entonces interesante esta biografía, la novela? La prosa firme de Bernabé Escobar, las iluminadas apariciones del diario de Sebastián, la capacidad de Jaramillo Agudelo de agarrar en una frase, en un comentario, toda la idiosincrasia de una clase social, de un tipo humano. Y por supuesto, la multiplicidad de voces, de autores, de texturas que encuentra uno en la antología de escritos de Sebastián Uribe Riley, la segunda parte de La voz interior. Walter Steiggel es el más compacto de sus amigos imaginarios, y de su libro Visiones en un espejo roto tomo algunos aforismos: “Los jóvenes siempre tienen la razón. Lástima que siempre estén equivocados. Es la ley de todas las generaciones”; “La etapa de la seducción. Usted sabe que se está equivocando, que no va a durar, que los únicos lazos recíprocos están hechos de deseo y que, aun así, es hermoso, efímeramente hermoso. Y que todo acabará cuando, animales cansados, los cuerpos ya no se busquen más”; “El sexo es una cosa rodeada de sexo por todas partes”; “La cota más alta que pude alcanzar un comité es igual a la inteligencia del más tonto de sus integrantes”. Y así.
Marta María Medina Medina es uno de los personajes de otro libro de Sebastián, El país de los poetas. Arregla motos de alta cilindrada y mientras aprieta y martilla imagina vidas de santos, todos en el altar por razones arrebatadas: uno por bobo —“no estaba dotado de la inteligencia que requiere el pecado y carecía de capacidad para tener intenciones, buenas o malas” (p. 458)—, otro por buen taxista. Y no sigo para no ir a dañar una risa, dios me libre.
En una entrevista en Culturama (el programa está moribundo y la página ya no está activa, por eso no incluyo el vínculo, lástima), Darío Jaramillo Agudelo dijo que no era más que un “escritor de fin de semana”. Yo creo que es un escritor para todos los días.
Darío Jaramillo Agudelo, La voz interior, Valencia, Pre-Textos, 2006, 640 páginas.
Comentarios
“Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave
o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista
y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.”
He sido lector juicioso de la exquisita poesía de Jaramillo Agudelo. En prosa “Novela con Fantasmas” es talvez su novela más sincera, en la que le da cabida a un humor tímido y extraño. Es un escritorzazo sin duda. Esta no la he mirado pero ya la tenía en lista de compra.
Fui a la librería que me recomendó y compré los cuentos completos de Dorothy Parker; que belleza de edición, por solo cuarenta mil es un regalazo.
Compré en de navidad esa deliciosa edición de “Historias en la palma de la mano”.
No resistí la condenada intriga y compré “Meridiano de sangre”.
Y hoy por pura coincidencia, encontré “El rey del Honka-Monka” por tan solo diez mil pesitos y luego de haber leído la horda de piropos que mereció en algunas de las entradas pasadas el señor Tomás Gonzáles, no pude resistir la tentación.
Ahora tengo algo de remordimiento porque la listica de espera ya esta como muy larga. De todas maneras gracias aunque creo que recibirá amenazas de muerte de parte de mi bolsillo.
Claro que don darío es de fin de semana pues se habituó a escribir sólo entre la tarde de viernes hasta entrada la noche del domingo. Pero ahora (en uso de buen retiro de las oficinas) tiene la semana entera para ejercer sin disimulo lo que siempre ha sido: ESCRITOR con todas las letras necesarias para escribir esa palabra.
pd/ otro recomendado me permito, disculpe don camilo, del Fondo de Cultura: "Libros de Poemas" de 2003 recoge seis libros de jaramillo precedidos de un precioso aperitivo preparado por sergio pitol.
Hombre, y justo la que tanto mencionan, Novela con fantasma, es la que no he leído de él. La muerte del Alec, Cartas, Memorias de un hombre feliz... todas me hicieron feliz.
Saludos,
Andrés Montoya.
Por favor: ya suficiente de curas hay en esta jaula de las locas.
A que no se anima ella a darle la cara a éste, su reprimido objeto del deseo, para que el monstruo comegalletas, tan obsesionado con todo lo que represente poder, la sicoanalice con su sicoanálisis de cafetería...
entonces, dado que las cafeterías suelen ser lugares públicos, pregunto, caballeros: debo inferir que el disparatado mecanógrafo zapata se recostó en el diván de nuestro respetado profesor comegalletas?
en ese caso, no seré yo quien recomiende a lucaz como sanador de conciencias.
saludos.
sicoanálisis clase obrera: ummmm... interesante concepto, güili. suena como algo absolutamente novedoso, sin precedentes. lo investigaré.
http://calleseyescriba.blogspot.com
acabo de tener un orgasmo fantasiando un diálogo entre ellos
No siendo mas, y dejandoles un saludo, los invito a pasearse por http://www.eltiempo.com/participacion/guialiteraria
Y por favor, no hablemos de Juan Manuel Roca. Sobra.
Gracias por pasar por aquí. Yo claro que leo su Guía Literaria de tanto en tanto. Un saludo.