Justos por pecadores, de Fernando Quiroz



Hacia la página 40 de esta novela empiezo a pensar que son exageradas las críticas que le han llovido de todas partes. Es que no sólo la han criticado con dureza: la verdad es que la han vapuleado, y mientras voy leyendo pienso que inmerecidamente. Encuentro una prosa agradable, sin mayores genialidades pero también sin mayores destortoles. Transcurre sin traspiés y con frescura esta historia de un tipo que ha vivido los últimos once años de su vida en una casa del Opus Dei, y comienza a creer que lo medican a la fuerza para mantenerlo dócil. Lo rondan dudas serias sobre la Orden, sobre su fe, sobre las decisiones que ha tomado, y decide esculcar los cajones del principal para ver qué guarda su archivo sobre la medicación, sobre él mismo, sobre su familia. Al final escapará e intentará armar una vida por fuera de la Iglesia y sobre todo de esa orden religiosa a la que entregó su vida.

Estamos ante un hombre en un momento trascendental de su vida, a punto de renunciar a su fe. Gran momento vital, inmenso asunto literario. Dostoievski construiría una catedral, Kafka un castillo, Tolstoi un trasatlántico. Después de esas primeras 30, 40 páginas advierto que Fernando Quiroz ha compuesto un papalote. Es que a grandes temas grandes escritores, nada qué hacer. La historia de un hombre en pugna con sus creencias más profundas, por las cuales renunció a su familia para abrazar una institución que en los últimos años ha regulado desde sus horarios hasta sus tratamientos médicos, desde su dieta hasta la intensidad de los castigos que debe autoinfligirse requiere hondura, trascendencia, compromiso, vida interior. Y Fernando Quiroz puede ser un narrador efectivo y hasta divertido para asuntos amorosos contemporáneos (En esas andaba cuando la vi, Esto huele mal), pero este tema lo ha rebasado y ha dejado en ridículo esta novela, y en el camino deja también muy mal parados a los jurados del premio Planeta Casamérica, que la eligieron como una de las finalistas. No quiero ni pensar cómo serían las otras.

Pareciera un ajuste de cuentas con el Opus, y que para ello hubiera el autor recogido e hilvanado varias historias que le contaron amigos que estuvieron en la Orden, con Vicente Robledo, el personaje-narrador, como eje: “Se acomodó con las piernas cruzadas en la poltrona de cuero y empezó a hablar…” (p. 53); “me contó la historia de Pinzón…” (p. 72); “Le pedí a Julia que me sirviera un brandy pues necesitaba fuerzas para contarles una historia…” (p. 85). Y así. Pero esas anécdotas carecen de detalles, se dejan a la mitad o se sirven aguadas, por lo que el conjunto de la obra no alcanza ni siquiera la altura de un libelo inteligente. Todo pasa tan fácil, de manera tan predecible… Vicente llega hasta el escritorio del director sin ningún esfuerzo, encuentra las llaves del archivo confidencial gracias a un pálpito, la engañifa que le sirve para escapar es débil y la recelosa congregación no la confirma, la primera mujer con que se topa es la más comprensiva, bella, inteligente y práctica del mundo, y es con la que va a organizar su vida. Ya su amigo Eduardo le ha dicho: “Quédese tranquilo, Vicente. Cuando aparezca una mujer en su vida, y le aseguro que no demorará en aparecer, todos sus males se empezarán a curar” (p. 124). Y ¡albricias!, menos de diez páginas más adelante se encuentra con una amiga de la infancia por casualidad (qué rabia tener que poner estas cursivas).

En las historias de ficción bien compuestas, inteligentes, complejas, el narrador o el protagonista están dos pasos adelante del lector. De ahí el suspenso, la emoción y hasta la identificación que en ocasiones se establece entre el personaje y el lector. En esta novela el narrador y personaje está siempre dos pasos atrás: cuando se da cuenta de que su padre va a morir apenas termine de pintar su retrato, nosotros ya sabemos que eso es lo que va a pasar; cuando sabe que la amiga de infancia será su mujer nosotros, cómo no, ya lo sabemos también, y no entendemos cómo se demora varias páginas en darse cuenta de que unos “enigmáticos” personajes que los siguen por el casco antiguo de Cartagena son enviados del Opus y buscan los documentos que él sacó del archivo del director. ¿Este tipo es que es pendejo o qué? ¿O nos cree muchachos de siete años? Esta chochera aburre y hasta ofende a los lectores despabilados.

Iba a terminar con el desaguisado mayor, referido a una llamada telefónica que se supone hace a su padre el personaje cuando huye de la congregación, y que para unos eventos posteriores pasó y para otros no. También iba a mencionar los paupérrimos recursos retóricos (“Mi padre se apagaba poco a poco como una vela que se consume”, dice el narrador en la página 132, entre otros), pero mejor no sigo. Ni le voy a dar más palo a esta novela ni voy a volver a comentar aquí obras colombianas recientes (ojo: dije recientes). Por un lado es chévere ver nutrida la sección de comentarios –pasa de 30 cuando me refiero a obras colombianas–, pero por otro me siento muy mal en el papel de amargo Harold Bloom de Chapinero, despotricando sobre piezas que ganan premios, que coleccionan comentarios elogiosos en los medios, y que sé –sabemos– que no se van a leer en la próxima década. Seguro ni siquiera en el año siguiente a su publicación.


Fernando Quiroz, Justos por pecadores, Bogotá, Planeta, 2008, 222 páginas.

Comentarios

Diego Fonseca ha dicho que…
COnvencido. Compro y leo. Me debés una visita a El Gemelo, C.
Salute.
Johan Bush Walls ha dicho que…
Hoy si que no entendí maestro Camilo. Dice usted, al principio, que la obra ha sido vapuleada, pero que no es para tanto, luego habla más o menos bien de la prosa; pero termina dándole palo a la novela.

No hablo de este libro, porque no lo he leído, pero pienso que el problema de los libros que tienen un trasfondo religioso, sea de comulgar o de transgresión, caen en el lugar común; por eso ya no funcionan.

Salú pue.
Anónimo ha dicho que…
Quiroz despedazó el discurso que le escribieron a Uribe en el famoso cumpleaños 80 de don GGM, despues lo oí y me pareció bien escrito y digno de compartir cartel con Fuentes y el homenajeado. Pensé que alguien que pierde la objetividad tan facilmente -y más frente a un texto escrito- no podía ser buen novelista..parece que es así. Te mamaste de leer a nuestros contemporaneos, suele suceder..al mejor lector que conozco Germán Espinosa con la Tragedia de Belinda Elsner lo sacó del ring de la literatura colombiana, yo espero que cumplas la promesa de hace un año de hablar de la Mudanza de don Burgos por estos andurriales.
Camilo Jiménez ha dicho que…
JOHAN: es que al comienzo me iba gustando, o al menos no veía fundamento a las críticas tan duras. Pero después esa vaina se despelota: con las dudas religiosas, con la fuga de la congregación, con la abjuración de la fe por parte del protagonista, la novela debería tornarse profunda, y al contrario, sobreagua. Así que después de la página 40 comencé a verle las costuras, la pobreza. Y de ahí en adelante no fueron más que desaguisados. Creí que había quedado claro en el comentario... empecé animado y luego me di cuenta de que las críticas duras tenían razón. Revisaré. Vamos a ver qué dicen por acá quienes la leyeron.

LUCAZ: a mí Quiroz me cae bien, acaba de hacer una buena revista, bien pensada (Bakánika, par jóvenes). Sus anteriores novelas no desmerecen para nada, son entretenidas. Sus columnas de Cambio sí son absolutamente vacías, y esta novela... es su opus magnum de la vacuidad. Así de sencillo. De Mudanza creo que conversaré con Burgos en privado. Y de las otras colombianas recientes, lo más seguro es que las lea (no todas, sí muchas), pero ponerlas acá en picota pública como que no. No me gusta el papel de justiciero, el que dice lo que todos piensan pero que no se atreven a decir. Eso sí, si llego a escribir una novela, y el día esté lejano, ya tengo la dedicatoria: "A los escritores colombianos que comenté en mi blog. Ahí les quedo, pirobos".
Mauricio ha dicho que…
uyyy no camilo, pero yo si creo que sumerce no ha hablado de un libro que al menos a mi, me parece muy muy hermoso por la riqueza del espanhol y la recreacion tan interesante de la epoca de la conquista, me refiero a Ursua de Ospina, yo lo lei y me encanto, creame que he esperado esa critica por parte suya...ahhh y ya casi me llega la segunda parte de esa trilogia :D
Anónimo ha dicho que…
Ja ja por la dedicatoria Camilo. Te preguntaba por Mudanza por que pienso meterle el diente pero es que ando tan colgado de lecturas (quien no?) por trabajo y demás asuntos que quería una pistica.

Cambiando de autores leí Pnin del incomparable Nabokov...santo cielo Camilo y blogo-foristas si no la han leido háganlo pronto..que joyita!!!!
Mónica Palacios ha dicho que…
Cami, a mí me pasó lo mismo que a Johan. Cuando empecé a leer pensé que no era tan mala la novela, y luego resultó que sí, que las críticas son merecidas. Fue que leiste 40 páginas, empezaste el comentario, seguiste leyendo el libro y al final, terminaste el comentario sin borrar el primer párrafo? Creo que creiste mal porque no quedó claro.
Sobre tu lejana novela, escribila porfa y me mandás copia autografiada.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Ay, Negrita, ¿será que reescribo entonces? Johan y tú son juiciosos lectores... y yo pensé a partir de la frase "Después de esas primeras 30, 40 páginas advierto que Fernando Quiroz ha compuesto un papalote..." quedaba claro el cambio de impresión que tuve mientras avanzaba en la lectura de esta novela. También me desconcierta el comentario de Diego Fonseca: o es ironía o apenas leyó las primeras frases de la reseña. Tal parece que esta se me chispotió, pues.
Diego Fonseca ha dicho que…
Ironía, C. No he perdido el juicio aun.
Leí el comentario entero. Comencé, como todos, esperando una crítica favorable de tu parte, por lo mismo que señalan los demás.
A medida que avanzaba —como si estuviera pasando las primeras 40 páginas del libro—, veía crecer la nota (negra) al pie.
"Tan malo no puede ser", me dije. Ergo, la ironía. (Pero ahora me picó el bichito: ¿Y si realmente lo compro? Tan malo no puede ser... ¿O sí?)
Anónimo ha dicho que…
Pues Cami, dudé mucho en hacer este comentario, pero me lanzo a decirte que aunque entiendo tu posición no me gustaría pensar que nos vas a privar de tu buen ojo sobre lo nuevo de la literatura colombiana. Mira que pocos tienen tu criterio, tus ciclos de sueño más propios de una gallina (lo que te da tiempo para leer de todo) y tus bríos para hablar sobre estos temas (sí, qué jartera...). Pero ya nos picaste, ya te metiste en esto, y sería una pena no volver a saber de ti en estos terrenos. Créeme que a la hora de apoyar las opiniones del valiente no seremos tan cobardes (o por lo menos eso espero...).
C.
Anónimo ha dicho que…
Querido Harold Bloom de Chapinero, en mi opinión la reseña no es nada confusa, el libro empieza bien y después se pierde, punto. Me reí mucho con lo del papalote, creo que esa idea sintetiza perfectamente toda la reseña. Estoy de acuerdo con C en que su posición no debería ser tan radical. No esperamos que comente todas las novedades colombianas (a nadie le desearía semejante suerte), pero creo que somos varios los que estamos cansados de leer comentarios elogiosos en los medios tradicionales de novelas que no sirven ni para sostener la puerta y este es uno de los pocos espacios que no cae en elogios gratuitos.

Carlos Castillo.
Esteban Dublín ha dicho que…
Camilo, la crítica es clara, porque habla de un descenso a medida que avanzas en el libro. Y no quiero decir te lo dije, pero te lo dije.
yacasinosoynadie ha dicho que…
Bueno Camilo yo también detesté esa novela (ojala Quiroz no se pase por aquí… en pro de mi bienestar económico) no solo me parece floja sino un intento fallido de armar polémica para vender libros… en fin.

Cambiando de tema: te mando las otras revistas esta semana… he estado un poquitín embolatado… Un abrazo… Saludos.
Camilo Jiménez ha dicho que…
MAURICIO: por "Ursúa" pasé ya hace rato, así que quedaré debiendo el comentario acá. Sí voy a leer en unos días "El país de la canela".

LUCAZ: Pnin es una de las que me falta de nuestro maestro. Anotada.

DIEGO: Ya suponía yo... Adelante, comprala y nos ponés acá tus impresiones. O en tu Gemelo Malvado, por el que he estado pasando sin comentar. Ya te diré.

CARO: seguro en un tiempito breve me vuelve a picar la lengua y se me sale el malaúva. Cuenta con eso.

COLEGA CASTILLO: me tardé unos cuantos minutillos buscando el mexicanismo para decir 'cometa', porque justo esa palabra, esa frase, es la nuez del comentario. Buen ojo el suyo. Y lo que acabo de decirle a nuestra común amiga: cuente con que seguiré sacando leches sobre novelas que me saquen la piedra. ¿Cómo es que se le llama a eso? ¿Quid pro quo?

ESTEBAN: je je. Lo sé, me lo dijiste, pero soy de los que tienen que meter los dedos en la llaga.

YACASI: fea situación la suya. ¿Y su jefe no le preguntó qué tal le pareció la novela? Gracias de antemano por los ejemplares de Bakánika, porque como digo, me parece bien pensada y divertida.
Carlos Augusto Jaramillo ha dicho que…
Camilo: quizá tenés razón cuando anotás el peligro que constituye para un escritor inmiscuirse en las profundidades del alma si no está bien dotado. Hablás de la religión como un tema conspicuamente tremebundo. Pero permitinos disentir en una cosa: puede ser más importante el tratamiento que el tema. Ahí está, por ejemplo, "Monseñor Quijote", una tierna y divertida novela sobre la duda religiosa y política; una pequeña obra maestra. Por lo que intuimos a partir de tu reseña, uno de los problemas de Quiroz pudo ser que mezcló el tono ligero con la sugerencia de crisis y hondura. En fin, excelente comentario,como siempre. Y recordá que la crítica no es mala leche. Si es hecha con franqueza, es solamente justicia. Por esta razón, ahí te va nuestra amenaza: "cuidado pirobo si te le quitás a tu puesto de Harold Bloom de Chapinero".
Martín Franco Vélez ha dicho que…
Estoy de acuerdo con Carlos Castillo: la reseña no es confusa. Para vos empezó bien y luego se jodió, eso es claro. Para mí empezó mal y terminó peor. ¿Qué se puede decir, hombre Harold Bloom de Chapinero? Pues que, como decís, todo esto habla muy mal de los jurados del premio Planeta. A propósito: ¿No es muy raro que este año, por ejemplo, lo haya ganado Fernando Savater entre 528 aspirantes? ¿O que el pasado, entre un número mayor o igual de concursantes, se lo haya llevado Millás? ¿O que el 'Casa de América' haya sido para Jorge Edwards entre 557 participantes? No lo digo por los escritores en sí, sino porque sus nombres son bastante conocidos en el mundillo literario. Y otra cosa: ¿cómo hacen esos jurados para leer 528 novelas? ¿Tienen cursos de lectura rápida o muy activado el detector de mierda? Me queda la duda de lo segundo.
Anónimo ha dicho que…
Eso de los premios es muy raro, algunos parece que le apuestan a los consagrados (Edwards -muy bueno-, Millas etc etc) pudiendo dejar en el ostracismo una obra mejor de alguien desconocido. Alguna vez supe de un escritor famoso que participó como jurado de varios concursos, pero el no leia las obras sino que tenía un par de viejos libreros que leian por el y le pasaban los datos, el escritor solo leia dos o tres de los centenares que le tocaba. Lo mejor es no pararles bolas a los premios y leer leer y leer.
Anónimo ha dicho que…
Martín, los jurados de un premio leen máximo diez novelas. El resto es trabajo de los evaluadores que se encargan de selecionar esas diez.

Carlos Castillo.
Martín Franco Vélez ha dicho que…
Ay, Carlos... ¡valiente gracia!
Juan Álvarez ha dicho que…
Nunca más de acuerdo con una amenaza. La celebro con urgencia.
(Por claridad, me refiero a la amenaza de Carlos A. y Pablo R., porque seguro que por ahí en los otros comentarios hay otra y...)
Camilo, parce, ilusionas a todo un pueblo con este ejercicio serio de lectura y reseña (yo no veo dónde está el papel de justiciero; al final de cuentas vos no estás eliminando nada, estás dando una lectura y ya, una lectura, eso sí, agenciada por una estupenda escritura en la que se juega, es obvio, la misma lectura, y pos lo cierto es que mucho sí se atreven a decir varias de estas cosas, sólo que no tienen blog porque les da pereza o no tienen habilidades cibernéticas o no descansan los fines de semana)... pero ilusionas, decía, ¿y ahora cuando los frutos maduran, cuando cada vez encontrás con más efectividad estructuras y posiciones y formulaciones, te vas a echar pa atrás en materia nacional...? No, no jodás. Arrugar no es de los que saben conjugar el verbo “ahí les quedo”. Ahora, si lo que hace falta es sponsor, pues se busca, que pa eso acá peregrinan varios hombres de negocios, ¿no?
Y un abrazo,
ja
Anónimo ha dicho que…
Soy de los asiduos que lee el blog sin dejar comentario, pero esta vez quiero unirme a la petición general: Camilo, siga comentando las novedades colombianas. No es posible tolerar tanta mediocridad, tanta mierda. "La imprescindible opción del fuck you", como diría un amigo.
Apelaez ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Apelaez ha dicho que…
Como que don Camilo está recurriendo al truco rockero de salir del escenario para luego volver cuando el público grita: otra, otra, otra.

Y si, otra, otra, otra...
Camilo Jiménez ha dicho que…
Jua, don Peláez. No era truco, apenas rabia después de terminar de leer esto, y de hacer otro comentario negativo. "A petición del respetable" seguiré besando sapos, pues, que algún príncipe encontraré en el intento. Ya parece que encontré bastantes amigos, eso sí, así que quélihace seguir coleccionando malquerientes.
Mauricio ha dicho que…
ahh si perdon por la ortografia pero mi teclado no me deja colocar bien las tildes :P
JuanDavidVelez ha dicho que…
No habia caido en cuenta de uno de mis patrones de compra: Soy un comprador de libros de escritores "jovenes" colombianos. En general me defraudan, creo que ya aprendi la leccion pero quien sabe. No tengo bien claro porque los compro, creo que es por verlos promocionados en la revista Soho, debe ser que tanta teta suelta anima la mano pal bolsillo. En verdad.
Y de verdad que gracias a Camilo por reseñar libros aca, cuando el presupuesto es reducido uno agradece un guia.
De los que he comprado recomiendo dos a ojo cerrado: Salvame joe louis y Nunca en cines.
JuanDavidVelez ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
yacasinosoynadie ha dicho que…
Pues hombre Camilo nunca hablamos del tema con Quiroz… y agradezco que el tema no se haya dado aun porque, aunque Quiroz es bastante comprensivo y abierto a criticas, un escritor es un escritor y el ego de los escritores es cosa seria… Además un libro es un hijito e imagino que nunca es bonito que le digan a uno que el hijo es un monstrico autista… ETC…
Anónimo ha dicho que…
Creo que a Camilo se le ha metido, y con razón, el mismo gusanillo que a mí cuando reseñé la novela de Constaín "El naufragio del Imperio". Es que "comer colega" no es nada grato, créanme, y más cuando se sabe que ese colega tiene talento y que quisieras ser su amigo más que su enemigo. Por supuesto se necesita quién descubra lo malo, pero cuando se pretende ser algo más que crítico (caso Camilo, Rafael Baena, yo mismo) los horizontes se estrechan. Es que la conciencia de gremio existe. Mi solución poco salomónica ha sido la de reseñar en adelante sólo cosas que me gusten, o dejar de reseñar del todo. Peleo con los editores o, como en este caso, los jurados que quieran, aunque sus venganzas resulten más amenazadoras que las de los colegas. Pero inteligencia contra inteligencia, ya veremos quién pega más duro
Anónimo ha dicho que…
Una crítica honesta, respetuosa y bien argumentada, así tenga tal cual dosis de humor, supongo, le ayudaría a un escritor a afilar su pluma. El panorama de venganzas y amenazas que plantea don Luis H. es terrible, aunque cada escritor -si ha leido lo suficiente- sabe que puesto le corresponde en su ámbito literario. Como dijeron en el Malpensante cuando S. Gamboa hizo un planteamiento bastante disparatado sobre quienes deberían ejercer la crítica, no hay obra deficiente que una buena crítica pueda sostener en el tiempo ni obra buena a la que la mala crítica la condene por siempre al olvido.
Anónimo ha dicho que…
Me regalaron el libro y lo vendì en cinco mil, sin poder pasar de la pàgina cincuenta.
No creo que haya justificaciòn para aquello de no leer autores colombianos recientes, pues entre tanto trigo, algo de paja habrà; paja perdurable.
Anónimo ha dicho que…
Me regalaron el libro y lo vendì en cinco mil, sin poder pasar de la pàgina cincuenta.
No creo que haya justificaciòn para aquello de no leer autores colombianos recientes, pues entre tanto trigo, algo de paja habrà; paja perdurable.
Anónimo ha dicho que…
Hola señores.....me encontré por casualidad con este Blog y me encantó....por favor Camilo, (perdón por la tuteada) sigue comentando los libros colombianos y los que se te atraviesen, es muy importante, como decía alguien anteriormente, saber la realidad sobre estos libros y no creer así todo lo que dicen las reseñas. Así que por favor, le suplico, siga escribiendo sus muy interesantes críticas. Saludos. David O.
Anónimo ha dicho que…
EL LIBRO ES GENIAL LÉANLO ES UN CASO DE LA VIDA REAL ,ES REALMENTE ASOMBROSO .Y CUENTA LAS VERDADES OCULTAS DEL OPUS DEI
Anónimo ha dicho que…
EL LIBRO ES GENIAL LÉANLO ES UN CASO DE LA VIDA REAL ,ES REALMENTE ASOMBROSO .Y CUENTA LAS VERDADES OCULTAS DEL OPUS DEI
rocco ha dicho que…
Acabo de terminar de leer la novela "Justos por pecadores" y bien, es cierto que no es una genialidad. Uno no suspira para decir "Wow". Pero personalmente soy de los lectores que abandonan libros en las 5, 10 o 50 páginas. Sin dolor digo "Esto es una mierda" y lo dejo. Pero un libro que uno se termine de leer, deja cosas buenas de que hablar. Aunque sea solo el hecho de que fue leído en su totalidad. Si bien estoy de acuerdo que está dos pasos atrás del lector, logra mantener una línea de tensión que no deja que uno lo suelte.

Justos por pecadores gana por decisión (como una pelea de boxeo a 16 rounds) porque hace que uno se lo lea entero.