Frutos extraños, de Leila Guerriero


La primera parte de esta antología la componen dieciséis crónicas y perfiles de esos frutos extraños que a Leila Guerriero tanto le atraen: un mago que trabaja con un solo brazo, un gigante que conoció la gloria en las puertas de la NBA y ahora se muere de apatía en un pueblo de mierda, el batería con síndrome de Down de una banda de rock que hace música imposible, la dama encantadora que asesinó a sus amigas con tazas de té, la inmensa y terrorífica Patagonia... Y cuesta tanto pasar de una crónica a la siguiente. Cada una es el mundo. Cada una es una pieza notable de estilo, de investigación, de trabajo periodístico. Cada una es una muestra insidiosa de buena escritura, de realidad, de acercamiento responsable a esa realidad. De la rabia que nos da ese gigantón que iba a ser todo y no fue nada tenemos –tenemos– que pasar al relato de la niña que escondió su embarazo y cuando parió mató a su bebé. No es una asesina despiadada o bruta, es una señorita de provincias con una inocencia a prueba de las más duras pruebas: está en la cárcel pagando una condena larga larga, y pareciera que eso es secundario, pareciera para ella que está en la casa del Gran Hermano: “Uy, mirá qué lindo pajarito”; “Qué flaca que sos. ¿Qué talle tenés? Si tenés alguna ropita, ya sabés. A mí me encanta la ropa. ¿Vos ya desayunaste?” (p. 41). El Rey de la Carne, protagonista de otro perfil, tiene modales de mafioso, pero al tiempo, como cualquier Soprano, es padre dedicado y vecino atento a las necesidades de sus vecinos. Y de su retrato tenemos –tenemos– que pasar al retrato de un médico playboy que se hace pasar por Freddie Mercury. Es difícil.

La tercera parte contiene una suerte de manual de instrucciones: “Sobre el periodismo” comprende cuatro reflexiones donde la autora intenta explicar cómo hace lo que hace. Y allí encontramos pistas para saber por qué no odiamos del todo a ese ganadero terrateniente que se pasa semáforos en rojo y se da trompadas con algún contradictor, por qué Romina Tejerina, la niña que mató a su bebé, nos despierta no rabia, ni siquiera compasión, sino más bien ternura: “Me voy a poner porno: lo difícil no es entender que una víctima puede no ser monolíticamente un santo, sino entender que un dictador puede no ser monolíticamente un hijo de puta” (p. 402). Entendemos también por qué cada pieza de Leila Guerriero es sólida, potente, absoluta: “Cuando termino, después de muchos días y varias correcciones, releo y me hago estas preguntas: ¿tiene toda la información necesaria, las fechas son correctas, las fuentes están citadas, la cronología tiene saltos inentendibles, hay escenas estáticas intercaladas con otras de acción, fluye, entretiene, es eficaz, no tiene mesetas insufribles, hay descripciones, climas, silencios, tiene todos los datos duros que tiene que tener, hay equilibrio de voces y opiniones, hay palabras innecesarias, tics, autoplagios, comas mal puestas, faltas de ortografía, me esforcé por darle, a cada frase, la forma más interesante que pude encontrar?” (p. 406). Esta check list es el mapa de la estrategia de un escritor en su guerra contra el cliché.

La segunda parte, “Discusiones”, contiene cinco ensayos breves donde la autora controvierte costumbres que damos por beneficiosas o que deben estar bien –y debemos aceptar– por corrientes: contra los guardianes de la salud, contra las chicas Cosmo, contra los city tours y la última es a favor de decir no. Y estos textos breves tienen tanto músculo como cualquiera otra pieza de esta autora, una artesana del lenguaje, de la idea brillante, de la investigación obsesiva, de la fortaleza textual: “Erradicadas las pestes más o menos peores, la clase media occidental ha salido a buscar nuevos peligros, y los ha encontrado: carnes rojas, baños de sol” (p. 320), dice en “Enfermos de salud. Diatribas contra los guerreros del mijo”. Y sigue: “Se multiplican los fundamentalistas del té verde, la japonesidad y los cereales” (p. 320). Increíble, me parece a mí, que con una palabra inventada por la autora comprendamos el montón de cosas que quiere decir. En “Contra los city tours”, en el primer párrafo le dice a un taxista que la lleve al mercado de Sonora, y el conductor no lo puede creer. Cuando al fin la lleva y ella pasea por ahí “entendí el espanto del taxista: mi paseo por Sonora era una afrenta. ¿Con qué derecho le miraba yo así los calzones a México? ¿Por qué no me contentaba con ser una turista decente?”. Ella misma lo dice más adelante: “Las ciudades existen más allá de sus lugares comunes”. Y estas frases afortunadas (o digámoslo de una vez: estos aforismos) están casi en cada página de las más de cuatrocientas de este libro.

En medio de todo el entusiasmo que despertó el año pasado la publicación en español de Vida y destino, de Vasili Grossman, uno de los tantos comentarios que leí decía que era una fortuna rara y bella leer un clásico en el momento de su aparición. Pues bien, acá tenemos otro caso.


Leila Guerriero, Frutos extraños. Crónicas reunidas 2001-2008, Bogotá, Aguilar, 2009, 414 páginas.

Comentarios

Laura García ha dicho que…
Estimado Camilo: Primero, debo decir que tan buenos como los libros son tus reseñas de los mismos. Reseñar es un arte y tú sí que lo dominas! Ahora bien, lo único que lamento es que algunos de estos libros tan buenos que reseñas, como el de Leila, no los pueda conseguir acá. Yo me lo decía como broma, pero parece que es cierto: vivo en el último pasillo del mundo. Y acá las editoriales no llegan o llegan poco. Una lástima. Saludos!
Camilo Jiménez ha dicho que…
Laura: muy generosas palabras de una juiciosa lectora, así como aguda y entretenida reseñista. Gracias.

Este libro tiene alcance continental, y creo que lo piensan distribuir en varios países. Al menos en Argentina (y de ahí a tu Chile hay un pasito nada más). Gracias de nuevo y seguimos en sintonía.
la falsa alicia ha dicho que…
Creo que ya me antojé de leerlo....

Gracias querido.
Javier Moreno ha dicho que…
Me gusta el comentario. ¿De dónde es Guerrero? ¿Dónde fueron publicadas las crónicas originalmente? ¿Gatopardo?

Intentaré conseguirlo.
Camilo Jiménez ha dicho que…
DOÑA ALICIA: el libro no tiene presa mala. Léalo.

JAVIER: ella es argentina. Las crónicas aparecieron originalmente en La Nación, Gatopardo, lamujerdemivida, El Malpensante, SoHo, Paula y otras revistas. Luego de cada crónica encuentra el lector datos sobre publicaciones originales, la versión que se publica y otros datos editoriales para curiosos. Espero, espero de verdad que distribuyan este libro en toda América Latina y en España. Averiguaré.
maggie mae ha dicho que…
Suena muy bueno el libro, en el malpensante sacaron una, creo, sobre la salud, no?
Habrá que comprarlo.
Jorge Mario Sánchez ha dicho que…
De Leila Guerriero he leído justamente lo que ha publicado El Malpensante, pero creo que hasta el momento no han puesto ninguna crónica. Estuve en la feria del libro de Bogotá este fin de semana, y no recuerdo haber visto el libro. Será volver a buscarlo, porque en verdad esta reseña está muy vendedora.
Apelaez ha dicho que…
A mi me gustan mucho los artículos de la señora Guerreiro (yo, como Javier, también pensaba que era Guerrero)y tengo ganas de comprar el libro. Para informaciòn de los lectores, el libro cuesta cuarenta y cinco mil pesos y lo consiguen hasta en la panamericana
JuanDavidVelez ha dicho que…
aijueputa "hasta en la panamericana". La panamericana es la mejor libreria de todo este hijueputa mundo, se los digo yo que solamente conozco a Medellin. De verdad, que viva la panamericana.
Johan Bush Walls ha dicho que…
Camilo, le voy a hacer un comentario, pero no es una crítica, sólo es algo que pienso cada vez que leo una reseña suya de un libro que le gustó más allá de lo normal; es decir, le encantó.

Claro que dan ganas de comprar el libro y leerlo, por supuesto, pero son tan buenas las reseñas que se queda uno con las ganas de que aparezca otro libro que le guste, porque se percibe el entusiasmo con el que las escribió.

Bien por eso.

Salú pue.
Andrea Carolina ha dicho que…
uy, ese libro se ve maravilloso, hay que conseguirlo, porque eso de decir que leyó un clásico en su aparición...?
Samuel Andrés Arias ha dicho que…
Ya se ha dicho en este blog que maluco es hablar bien del autor y no de la obra. Pero no me aguanto. Tengo con Leila una extraña amistad virtual, nunca he encontrado mucho que decir cuando estamos cara a cara, que ha sido un par de veces, pero por correo electrónico la cosa fluye mucho mejor (muy parecido a lo que me pasa con Camilo). Ahora bien, más allá de los chismes íntimos su obra es genial. Su libro Los suicidas del fin del mundo es maravilloso y escalofriante. Desde que arrancá se mantiene la expectativa por descubrir la fórmula mágica que explique la gran cantidad de suicidios en ese lugar remoto; pero nada, el libro se acaba y nunca lo sabemos, como tampoco lo saben sus habitantes y uno queda con un saborcito extraño entre el placer de un texto literariamente muy bello y el dolor de tantas muertes inexplicables que sucedieron, que no son ficción. ¡Eso es arte!
Tengo casi todos los textos publicados en la antología en las revistas donde fueron originalmente publicados pero compraré el libro y leeré una vez más sus buenas historias.
juan ha dicho que…
...de mis últimas lecturas la de estos extraños frutos me dejó, a la vez, satisfecho y con hambre de más. Un libro que solito asi invita a leer y a devorar: con decir que hasta gusta Facundo Cabral...
Sinar Alvarado ha dicho que…
el apellido de la grandísima leila es guerriero. así, con la i primero.

yo me siento afortunado desde que descubrí, por allá por el año 2002, las piezas cojonudas que ella ha venido escribiendo. a quienes recién la descubren les recomiendo seguirle el paso, porque promete aún más joyas futuras.
carlos vallejo ha dicho que…
Yo leí 'Sobre algunas mentiras del periodismo', ese magnífico ensayo publicado en Malpensante, que debería ser obligatorio en todas las lass academias.
escenaenelmar ha dicho que…
Ya he leído el libro y puedo dar fe de todo lo bueno, asombroso, inexplicable y maravilloso que Camilo puede decir de Leila Guerriero.
GuanacoEH ha dicho que…
Leila Guerriero es al periodismo lo que Maradona al fútbol, lo que Dalí a la pintura. Solo que con una humildad insultante. Si alguien sigue dudándolo, compre este libro. No se va a arrepentir.
Mariela ha dicho que…
Internet me lleva a sitios que estaba buscando sin querer.

Llegué a este blog por la entrada que habla de su renuncia a la cátedra. Muy triste.

Comento acá porque fue un hallazgo de esos que sorprenden. Soy estudiante de Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela, y la primera vez que me topé con este libro (aunque no con su autora) fue hace una semana. Olvidé cómo se llamaba, pero ahora parece que lo averigüé por accidente. Muchas gracias.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Mariela: más vale tarde que más tarde. Bienvenida por acá.
Anónimo ha dicho que…
Que bien escribe esta periodista. Parece que estuviera conversando con el lector
Anónimo ha dicho que…
¿En qué parte de argentina se desarrollan las historias que cuenta la autora?