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Imagen tomada de: www.esquire.com |
Publicado originalmente en la revista Carrusel, nº 1555, julio 8 de 2011.
Un decálogo del perfecto sibarita se podría parecer mucho —y peligrosamente— a una lista de
diez consejos para disfrutar la vida. Dejémosle ese trabajo a Walter Riso, que
es quien sabe. Por otro lado, se supone que el sibarita se complace con lo
bueno y lo bello, y lo que es bueno y bello para uno puede no serlo para otro:
no estoy diciendo nada nuevo. También está el cliché del sibarita como un señor
maduro, bronceado, de cabello negro y patillas grises, fulard de seda y saco
azul cruzado, mirando a contraluz las iridiscencias que le lanza un cognac
desde una copa barrigona. Y los manuales de escritura aconsejan huir de los
clichés. Entonces, para atender a la amable invitación de esta revista, evitando las consejas y huyendo del cliché, intenté
componer una lista de diez materias o asuntos que debería observar alguien que
se precie de ser sibarita o que quiera serlo. Yo no lo soy, apenas me gustan
las cosas buenas. Para mí, por supuesto. Quizá la lista pueda servirle a
alguien, al menos para armar el suyo.
I
Busca satisfacer tu placer por sobre todas las cosas, esté
donde esté. Si crees que la belleza o el placer están en saltar en paracaídas
desde un edificio, degustar un pescuezo de gallina relleno a la entrada de
Ibagué o desayunar caviar y mimosa en el Península de Hong Kong, refocilarte
con una dama gordita o pasar un fin de semana en una cueva… adelante. Nunca te
deben quedar en la cabeza frases del tipo “si hubiera hecho…”, “debí probar…”,
“¿Por qué no fui a…?”.
II
Acepta las equivocaciones como tropiezos menores en el
camino que conduce a la satisfacción sibarita absoluta. Al probar te vas a
equivocar. Lo que te queda de ello es que siempre vas a recordar ese taco de
carnitas a la salida de la estación del metro en Chapultepec, por decir algo,
que te envió al hotel y no te dejó salir de allí en dos días. Ese conocimiento
es parte de la educación sibarita.
III
Sigue únicamente tus propios e íntimos impulsos. Para el
perfecto sibarita no existen modas ni tendencias, no importa la propaganda. Por
definición, el sibarita es autosuficiente e independiente en todo sentido.
Incluso en el moral.
IV
No importa tanto la marca del objeto como el material con
que está hecho. Pero las marcas más prestigiosas, más finas, más confiables
utilizan los mejores materiales. El perfecto sibarita usa, por principio,
marcas reconocidas. (En mi colegio usábamos una expresión perfecta: “es marquillero”).
V
Para ser un perfecto sibarita no hay que ser rico. El
perfecto sibarita no tasa los objetos por su valor de uso ni por su valor de
cambio, sino que se guía por una suerte de valor de apreciación. Tendrá objetos
costosos, consentirá lujos extravagantes, pero también debería atender a cosas
y usos humildes si en ellos encuentra belleza. Un nuevo rico nunca va a ser un perfecto sibarita,
porque no aprecia los objetos en sí mismos, por bellos, sino por lo que
significan o por lo que le van a representar en reconocimiento social.
VI
Dale a los momentos gratos el tiempo que merecen. Un
sibarita apurado es un oxímoron. Un sibarita debería conocer el significado de
la palabra oxímoron.
VII
Atiende a los detalles. El perfecto sibarita es detallista
tanto en su comportamiento como en su apreciación de objetos y usos. Ese
adjetivo bien puesto, ese chelo que suena bajo y sutil en la sinfonía, la
señora que amasa con paciencia al lado del fogón de leña, la manera en que
estrechó tu mano esa señorita, la ceja naranja en el horizonte al atardecer…
Esas cosas poco perceptibles y aparentemente sin importancia aderezan los días
del sibarita.
VIII
Sé cortés. No hay que confundir sibaritismo con soberbia,
aunque muchos sibaritas lo sean. Pídele al camarero los huevos benedictinos
como te gustan, y si no están bien hechos, vuélvele a explicar con cortesía. Hay
que tener compasión: la salsa holandesa es un arte complejo. El perfecto
sibarita está habitado por la bonhomía.
IX
Viaja. Conocer otros mundos amplía las perspectivas de
comparación, alienta la búsqueda de más altos estándares en todo. Y que tus
viajes sean unos cinco estrellas y otros mochileros. Si tienes dinero, puedes
viajar mochilero con dinero, que es la mejor forma de conocer: los hoteles
cinco estrellas de todo el mundo se parecen. El perfecto sibarita no conoce las
ciudades desde un autobús con aire acondicionado y guía turístico. Nadie conoce
una ciudad de esa forma.
X
No necesitas saber francés para ser un perfecto sibarita.
Pero sí necesitas hablar bien, expresarte de manera adecuada y correcta. Un
perfecto sibarita no puede tener mala ortografía. Un sibarita no dice ecsenario.
Lee, y no solo la revista Summus ni la guía Michelin, aunque también. Un
sibarita debería frecuentar verdaderos cultores de la bella prosa. Un Henry
James, un Alejandro Rossi, un Borges, un Flaubert. Un Alberto Salcedo Ramos,
para atender también el ámbito local, o un Darío Jaramillo Agudelo.
Comentarios
Lo colgaré en mi blog.
Un abrazo y gracias por el blog.
Un saludo, Camilo.
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