Cosas que tienes que hacer cuando das clases en la universidad



Publicado originalmente en la revista Etiqueta Negra nº 104, agosto de 2012.


Tienes que madrugar. Tienes que inventar un programa de estudios cada seis meses. Tienes que cambiar el programa cada seis meses, o maquillarlo para que parezca sustentado en lo último de la pedagogía. Tienes que usar en el programa palabras muy feas como interdisciplinario, contexto o desarrollar. Tienes que incluir en el programa cosas absurdas como objetivos generales y específicos, marco teórico y justificación. Tienes que engordar la bibliografía del programa con libros que no leíste ni tienes la más remota intención de leer. Tienes que ser un ejemplo de puntualidad para las nuevas generaciones. Tienes que interrumpir tu clase cada momento durante los primeros veinte minutos, porque siguen llegando estudiantes. Tienes que repetir en cada clase lo que dijiste en la anterior, porque ya se olvidaron. Tienes que repetir tres y cuatro y cinco veces cualquier instrucción que des. Tienes que aceptar las excusas de los que hicieron mal la actividad, porque no entendieron la instrucción que repetiste tres y cuatro y cinco veces. Tienes que usar en tu discurso menos preguntas y más afirmaciones. Tienes que ilustrar lo que quieres decir con ejemplos y casos graciosos, o tomados de Facebook o de un programa de TV. Tienes que olvidarte de dar las fuentes de lo que dices, porque no importan. Tienes que asistir a comités. Tienes que levantar la mano o la voz en los comités. Tienes que fingir que te interesan las tonterías que tus colegas discuten en los comités. Tienes que inventar excusas para no asistir a todos los comités. Tienes que aceptar tus errores. Tienes que aclarar algo que dijiste, porque el benemérito profesor de otra asignatura dijo lo contrario. Tienes que escribir en la pizarra con letra grande y clara. Tienes que entender los emoticones y abreviaturas que usan tus estudiantes cuando te escriben un correo o un mensaje de texto. Tienes que resignarte a que no compren un libro por barato que sea, y siempre estén leyendo en fotocopias subrayadas. Tienes que buscar en Google algunas frases de los trabajos de tus estudiantes cuando te parecen muy bien hechas. Tienes que denunciar al plagiario ante las autoridades de la universidad, pero no lo haces porque el trámite y el drama son extenuantes. Tienes que ser tan paciente como la madre de siete hijos. Tienes que usar presentaciones de Power Point para que no se duerman. Tienes que convertirte un poco en actor, maestro de ceremonias y payaso. Tienes que aguantarte las ganas de fumar. Tienes que aguantarte las ganas de llevarte a la cama a algunas de tus alumnas. Tienes que acordarte de apagar tu celular. Tienes que seguir hablando aunque suene con insistencia un celular. Tienes que apretar los dientes cuando contestan la llamada o salen del salón para contestar. Tienes que preguntar en las pruebas sólo lo que dijiste en clase o lo que les pediste que leyeran, porque si no podrían llevarte ante un tribunal. Tienes que corregir. Tienes que usar lápiz rojo. Tienes que descifrar como un criptógrafo lo que escriben en las pruebas. Tienes que prometer que ya vas a entregar las pruebas calificadas cuando te tropiezas con siete alumnos que te preguntan por ellas. Tienes que quedarte al final de la clase oyendo las ideas con las que tus alumnos van a poner al mundo patas arriba. Tienes que traducir a números lo que hacen tus estudiantes durante todo el semestre. Tienes que aprender a usar el odioso Excel para reducir esos números a uno definitivo. Tienes que discutir como abogado penalista con los estudiantes que no pasaron el curso. Tienes que justificar ante tu jefe por qué perdieron tu curso tantos estudiantes, o por qué lo van a repetir tan pocos. Tienes que madrugar. Tienes que inventar un programa de estudios cada seis meses. Tienes que preguntarte qué haces otra vez allí. Y tienes que dejar de una vez por todas de preguntar. Tienes que renunciar.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Y con todo. Y por todo, gracias a mis profes. Por los que en mi casa me parieron, y los que en la escuela y la calle me formaron. Y por el profe que seré. Salú!!
Unknown ha dicho que…
Y con todo. Y por todo, gracias a mis profes. Por los que en mi casa me parieron, y los que en la escuela y la calle me formaron. Y por el profe que seré. Salú!!
Anónimo ha dicho que…
Y tienes que simular que crees en las muestras de afecto de tus alumnos aunque sabes que muchos de ellos no te van a volver a saludar una vez terminado el curso
Anónimo ha dicho que…
Tienes que recordar que los estudiantes tienen derechos humanos; y que uno es como la Madre Teresa de Calcuta.
Orlando Bustillo Jr ha dicho que…
Viva la improvisacion
Edna Margarita ha dicho que…
Pasan cosas buenas también, como cuando se te acercan algunos estudiantes a preguntar por más bibliografía, agradecen tu clase y no se conforman...si, existen. Lo que describes tiene mucho que ver con los ambientes administrativos, eso puede pasar en cualquier institución, oficina...etc.
El primer día de clases me gusta preguntarle a mis estudiantes sobre su vida, de dónde viene, si es becado, qué le gusta leer...hablamos sobre música, cine.... es sorprendente ver cómo su origen marca sus comportamientos...y uno empieza a crear ambientes de aprendizaje distintos, pero todo es distinto, cuando ves la enseñanza desde una vocación y no como una obligación.
Los buenos estudiantes aprenderán con o sin profesor, siempre van un paso adelante, el reto es con los otros.
Te recomiendo un libro: "Lo que hacen los mejores profesores universitarios"
venta de casas ha dicho que…
Definitivamente los profes tienen una tarea muy grande para llegar a lo que son, a pesar de todo los estudiantes no valoran eso... pero aun asi el amor que ellos dan hacia enseñar es muy grande!
Adriana Gómez Mosquera ha dicho que…
Necesitas una vacaciones definitivas del oficio,supongo que eres profesor por el nivel de precisión en los costos que se paga por serlo, igual creo que ocasionalmente debe haber alguna recompensa cuando logras que algún estudiante aprenda a pensar
Arturo Sanjuán ha dicho que…
Como profesora de universidad te digo que nunca he podido con nada de eso. Por eso nunca lo hago, me vale verga si me echan o no. Mis estudiantes me adoran y algo aprenden al final. Me ha costado años y he tenido que renunciar a muchos lugares por eso. Aunque nunca lo he echo con una carta tan dramática, me ha tocado renunciar a muchos lugares. Por eso nunca he aceptado trabajos donde me toque llevar corbata. Ahora amo ser docente porque después de muchos años siento que por fin le puedo dejar algo a esos putos chinos.

De todas formas, trato de ponerme ropa interior todos los días para ir al trabajo.
Unknown ha dicho que…
"Tienes que aguantarte las ganas de Llevarte a la cama a algunas de tus alumnas" jaja esta es de lejos, la mas chistosa afirmación. Pero bueno, mi comentario no es, sólo una frivolidad más en este mundo digital, lo que quiero decir es que el oficio de un docente dista mucho de parecerse al de un autómata que sigue protocolos rutinarios semestre a semestre.

Es mucho más, entrar en contacto con estudiantes de diferentes regiones y orígenes socio económicos, es fascinante, conocer la diversidad de pensamientos e ideologías, y volverse un ejemplo a imitar por esos jóvenes idealistas que quieren cambiar el mundo con una revolución comunista o con un libre mercado omnipotente, es maravilloso. por lo menos así es en la UN, en la cual soy estudiante de primer semestre (tengo 18 años).

Su discurso es gracioso e interesante, pero no va más allá de la perorata derrotista de alguien que se equivocó de profesión, o eso parece. Si se generaliza, y se ve a todos los estudiantes como un subproducto más de esta compulsiva era de la sociedad de consumo, es difícil no querer renunciar cuando se es profesor. Sin embargo, no se puede estigmatizar a una generación completa, y las clases no se pueden convertir en monótonas conferencias para 50 personas, donde no hay intercambio de ideas, preguntas o un pequeño debate. De lo contrario, una clase es sólo un monólogo vacío, o un acto de egolatría que sólo conducirá a un escrito como este donde se ve la "misantropía inteligente de una persona frustrada"
Anónimo ha dicho que…

No se entiende si la lista exalta o denigra y, por eso, pareciera la pintura de un hombre destruido, violado por la institucionalidad. Tienes que superarlo. Tienes que dar todo de ti, sin esperar buenas o malas notas de tus estudiantes. Tienes que ser la luz del a-lumno.
Alfeliz ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alfeliz ha dicho que…
Perdón había metido la pata y me faltaba una «h»:

Ser la luz del alumno...
El problema es que no se si quieren ser iluminados. Todavía me falta por encontrar el alumno que quiera ir más allá, que vea fuera de la crisis una oportunidad, que no se queda. No veo curiosidad, veo conformismo. Y empiezo a estar harto.
Anónimo ha dicho que…
Te entiendo!!! tuve oportunidad de dar clases y es frustrante! principalmente los programas de estudio, que son absurdos y aburridos hasta la agonía. Cambié mi programa sin decir nada y terminé con un grupo de alumnos felices e interesados en aprender. Pero lo mejor fue que aprendieron a pensar, no a recitar como en el programa modelo que me habían dado para dar clases. Y lo más importante: dejé de tratar a los alumnos como clientes (la nueva filosofía de los centros educativos) y los traté como lo que eran: alumnos. No tuve que renunciar, me despidieron.

Saludos y ánimos,
V
Anónimo ha dicho que…
La llamada al amor de y para los maestros, a esa voluntad "inquebrantable", a veces es insuficiente ante la esterilidad del ámbito educativo y la extramada confusión que reina en la contemporaneidad, y que permea todas las prácticas, en especial en lo relacionado con la enseñanza en ciencias humanas (fermento de unos egos que producen un desaliento como pocos).

Ese altruísmo que muchos prodigan -y que en muchos casos (repito: muchos, no todos) no es más que un extremado narcisismo en el que bajo una "brisita moral" de haber "educado" (¡qué bien se siente cuando se dice que se fue maestro de alguien!) se terminan pagando los platos rotos cuando se volcó toda una vida a los demás y menos a sí mismo, a su propia educación (una persona nunca está enteramente educada)- no puede desconocer las pasiones humanas, entre ellas la del cansancio, que tantos autores han puesto de manifiesto (Kafka, Melville, Pessoa...).

Comprendo las razones de Camilo, son muy válidas y respetables. Y no está de más recordar que tal vez muchos de los profesores que tanto nos marcaron llevaban una estela de cansancio a cuestas. Y no es precisamente por altruísmo por lo que continuaron.
Implantes Dentales ha dicho que…
es un gusto visitar tu espacio.
Anónimo ha dicho que…
Tienes que escuchar los suspiros de alguna alumno que íntima y manifiestamente se siente superior a ti y, posiblemente, al resto de sus compañeros.
Gjmf ha dicho que…
Todo lo que implica ser docente para ganar tan poco dinero. Triste! Pero gracias a esa excelente labor; tratamos de guiar por el buen camino al la generación de relevo. Muy buen texto.
Anónimo ha dicho que…
Y sí, tienes que renunciar o pedir un sabático de emergencia, o terminarás sufriendo de un inconsciente cambio de sexo mental como Arturo Sanjuán, o convirtiéndote en un asno soplapollas como el tal Juan David Peña, o peor aún: perdiendo irremediablemente la razón y acabar escribiendo confundidas sandeces como Margarita desde un sanatorio mental.