
Apenas conocía de título sus novelas (bastante llamativos por cierto), nunca había leído nada de este autor nacido en 1933. El texto que viene fue una recomendación de Luis H. Aristizábal, que como siempre dio en el blanco. Lo comparto con ustedes.
Los diez mandamientos de un escritor
Escribí esto en respuesta a un ruego de Raymond Lamont-Brown, director de Writers’ Monthly, que me pidió algo lleno de consejos sensatos y prácticos para quienes son en muchos casos novatos en la ocupación de escribir.
1. No beberás ni fumarás ni te drogarás
Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes.
2. No tendrás costumbres caras
Un escritor nace del talento y del tiempo... tiempo para observar, estudiar, pensar. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de desperdiciar una sola hora ganando dinero para cosas no esenciales. A menos que tenga la suerte de haber nacido rico, es mejor que se prepare para vivir sin demasiados bienes terrenales. Es cierto que Balzac obtenía una inspiración especial de la compra de objetos y la acumulación de enormes deudas, pero la mayoría de personas con hábitos caros son propensas a fracasar como escritores.
A la edad de veinticuatro años, tras la derrota de la Revolución húngara, me encontré en Canadá con unas cincuenta palabras de inglés. Cuando me di cuenta de que era un escritor sin una lengua, subí en ascensor al último piso de un alto edificio de Dorchester Street en Montreal, con la intención de arrojarme al vacío. Al mirar hacia abajo desde la azotea, con terror ante la idea de morirme, pero todavía más de romperme la columna vertebral y pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas, decidí tratar de convertirme en un escritor inglés. Al final, aprender a escribir en otra lengua fue menos difícil que escribir algo bueno y viví durante seis años al borde de la miseria antes de estar listo para escribir En brazos de la mujer madura.
No podría haberlo hecho si me hubiesen interesado los trajes o los coches... en realidad, si no hubiera visto otra alternativa que la azotea de aquel rascacielos. Algunos escritores inmigrantes que conocía trabajaban como camareros o vendedores para ahorrar dinero y crearse una “base financiera” antes de intentar ganarse la vida escribiendo; uno de ellos posee ahora toda una cadena de restaurantes y es más rico de lo que yo pueda llegar a ser en mi vida, pero ni él ni los otros volvieron a escribir. Es preciso decidir qué es más importante para uno: vivir bien o escribir bien. No has de atormentarte con ambiciones contradictorias.
3. Soñarás y escribirás y soñarás y volverás a escribir
No dejes a nadie decirte que estás perdiendo el tiempo cuando tienes la mirada perdida en el vacío. No existe otra forma de concebir un mundo imaginario.
Nunca me siento ante una página en blanco para inventar algo. Sueño despierto con mis personajes, sus vidas y sus luchas, y cuando una escena se ha desarrollado en mi imaginación y creo saber qué han sentido, dicho y hecho mis personajes, tomo pluma y papel e intento relatar lo que he presenciado.
Una vez escrito mi relato, a mano y a máquina, lo leo y encuentro que la mayor parte de lo escrito es (a) confuso o (b) inexacto o (c) tedioso o (d) sencillamente no puede ser verídico. Así, utilizo el borrador mecanografiado como una especie de informe crítico de lo que he imaginado y vuelvo a soñar mejor toda la escena.
Fue este modo de trabajar lo que me hizo comprender, cuando aprendía inglés, que mi principal problema no era la lengua, sino, como siempre, el ordenar las cosas en mi cabeza.
4. No serás vanidoso
La mayor parte de los libros malos lo son porque sus autores están ocupados en tratar de justificarse a sí mismos. Si un autor vanidoso es alcohólico, el personaje de su libro descrito con mayor simpatía será un alcohólico. Este tipo de asunto es muy aburrido para los extraños. Si crees ser sabio, racional, bueno, una bendición para el sexo opuesto, una víctima de las circunstancias, es porque no te conoces a ti mismo lo suficiente para escribir.
Dejé de tomarme en serio a la edad de veintisiete años y desde entonces me he considerado sencillamente materia prima. Me utilizo del mismo modo que se utiliza a sí mismo un actor: todos mis personajes –hombres y mujeres, buenos y malos– están hechos de mí mismo más la observación.
5. No serás modesto
La modestia es una excusa para la chapucería, la pereza, la complacencia; las ambiciones pequeñas suscitan esfuerzos pequeños. Nunca he conocido a un buen escritor que no intentara ser grande.
6. Pensarás sin cesar en los que son verdaderamente grandes
“Las obras del genio están regadas con sus lágrimas”, escribió Balzac en Ilusiones perdidas. Rechazo, mofa, pobreza, fracaso, una lucha constante contra las propias limitaciones..., tales son los principales sucesos en las vidas de la mayoría de grandes artistas, y si aspiras a compartir su destino, debes fortalecerte aprendiendo de ellos.
Yo me he animado con frecuencia al releer el primer volumen de la autobiografía de Graham Greene, Una especie de vida, que trata de sus primeras luchas. También he tenido ocasión de visitarle en Antibes, donde vive en un pequeño piso de dos habitaciones (un lugar diminuto para un hombre tan alto) con los lujos de un aire suave y una vista del mar, pero pocas posesiones aparte de libros. Parece tener pocas necesidades materiales y estoy seguro de que esto tiene algo que ver con la libertad interior que emana de sus obras. Aunque afirma que ha escrito sus “entretenimientos” por dinero, es un escritor dirigido por sus obsesiones sin hacer caso de modas cambiantes e ideologías populares, y esta libertad se comunica a sus lectores. Uno se siente liberado del peso de los propios compromisos, al menos mientras lo lee. Esta clase de logro sólo es posible para un escritor de costumbres espartanas.
Ninguno de nosotros tiene oportunidad de conocer personalmente a muchos grandes hombres, pero podemos estar en su compañía leyendo sus memorias, diarios y cartas. Hay que evitar, sin embargo, las biografías, en especial las que han sido convertidas en películas o series de televisión. Casi todo lo que nos llega sobre los artistas a través de los medios de comunicación es pura palabrería, escrita por perezosos autores mercenarios que no tienen la menor idea del arte ni del trabajo duro. El ejemplo más reciente es Amadeus, que intenta convencernos de que es fácil ser un genio como Mozart y muy difícil ser una mediocridad como Salieri.
Hay que leer, en cambio, las cartas de Mozart. En cuanto a literatura específica sobre la vida del escritor, yo recomendaría Una habitación propia, de Virginia Woolf, el prefacio de La dama morena de los sonetos de Shaw, Martin Eden de Jack London y, sobre todo, Ilusiones perdidas de Balzac.
7. No dejarás pasar un solo día sin releer algo grande
En mi adolescencia estudié para ser director de orquesta y de mi educación musical adopté una costumbre que considero esencial para los escritores: el estudio constante y diario de las obras maestras. La mayor parte de los músicos profesionales de cierta categoría conocen de memoria centenares de partituras; la mayor parte de los escritores, en cambio, sólo tienen el más vago recuerdo de los clásicos, lo cual explica que haya más músicos expertos que escritores expertos. Un violinista que poseyera la pericia técnica de la mayor parte de los novelistas publicados, no encontraría nunca una orquesta donde tocar. Lo cierto es que sólo absorbiendo las obras perfectas, los modos específicos inventados por los grandes maestros para desarrollar un tema, construir una frase, un párrafo, un capítulo, se puede aprender todo lo que hay que aprender sobre la técnica.
Nada de lo que ya se ha hecho puede decirte cómo hacer algo nuevo, pero si comprendes las técnicas de los maestros, tienes una mayor posibilidad de desarrollar las propias. Para decirlo en términos de ajedrez: aún no ha existido un gran maestro que no conociera de memoria las partidas de campeonato de sus predecesores.
No se debe cometer el error común de intentar leerlo todo para estar bien informado. Estar bien informado sirve para brillar en las fiestas, pero resulta absolutamente inútil para un escritor. Leer un libro para poder charlar sobre él no es lo mismo que comprenderlo. Es mucho más útil leer una y otra vez unas cuantas grandes novelas hasta comprender por qué son buenas y cómo las han construido los escritores. Hay que leer una novela unas cinco veces para comprender su estructura, qué la hace dramática y qué le presta ritmo e impulso. Sus variaciones en compás y escala de tiempo, por ejemplo: el autor describe un minuto en dos páginas y luego cubre dos años con una frase... ¿por qué? Cuando hayas comprendido esto, sabrás realmente algo.
Cada escritor elegirá sus propios favoritos entre aquellos de quienes cree que puede aprender más, pero desaconsejo con firmeza la lectura de novelas victorianas, que están infestadas de hipocresía e hinchadas de redundancias. Incluso George Eliot escribió demasiado sobre demasiado poco.
Cuando te sientes tentado de escribir cosas superfluas, deberás leer los relatos de Heinrich von Kleist, quien dijo más con menos palabras que cualquier otro escritor en la historia de la literatura occidental. Lo leo constantemente, así como a Swift y a Sterne, a Shakespeare y a Mark Twain. Por lo menos una vez al año releo algunas obras de Pushkin, Gógol, Tolstoi, Dostoyevski, Stendhal y Balzac. A mi juicio, Kleist y estos novelistas franceses y rusos del siglo XIX son los más grandes maestros de la prosa, una constelación de genios no superados como los que encontramos en la música, de Bach a Beethoven, y todos los días intento aprender algo de ellos. Ésta es mi “técnica”.
8. No adorarás Londres/Nueva York/París
Conozco a menudo aspirantes a escritores de lugares apartados que creen que las personas que viven en las capitales de los medios de comunicación tienen, sobre el arte, alguna información interna especial que ellos no poseen. Leen las páginas de críticas literarias, ven programas sobre arte en televisión para averiguar qué es importante, qué es el arte en realidad, qué debería preocupar a los intelectuales. El provinciano suele ser una persona inteligente y dotada que acaba por adoptar la idea de algún periodista o académico de mucha labia sobre lo que constituye la excelencia literaria, y traiciona su talento imitando a retrasados mentales que sólo tienen talento para medrar.
Aunque vivas en el quinto infierno, no hay razón para sentirte aislado. Si posees una buena colección de ediciones en rústica de grandes escritores y no dejas de releerlos, tienes acceso a más secretos de la literatura que todos los farsantes de la cultura que marcan el tono en las grandes ciudades. Conozco a un destacado crítico de Nueva York que no ha leído nunca a Tolstoi y además está orgulloso de ello. No hay que perder tiempo, por lo tanto, preocupándote por lo que está de moda, el tema idóneo, el estilo idóneo o qué clase de cosas ganan los premios. Cualquier persona que haya tenido éxito en literatura, lo ha conseguido en sus propios términos.
9. Escribirás para complacerte a ti mismo
Ningún escritor ha logrado jamás complacer a lectores que no estuvieran aproximadamente en su mismo nivel de inteligencia general, que no compartieran su actitud básica ante la vida, la muerte, el sexo, la política o el dinero. Los dramaturgos son afortunados: con ayuda de los actores, pueden extender su mensaje hasta más allá del círculo de los espíritus afines. No obstante, hace sólo un par de años leí en los periódicos americanos las críticas más condescendientes de Medida por medida... la obra en sí, ¡no la producción! Si Shakespeare no puede complacer a todo el mundo, ¿por qué intentarlo siquiera nosotros?
Esto significa que no vale la pena esforzarte por interesarte en algo que te resulta aburrido. Cuando era joven perdí mucho tiempo intentando describir vestidos y muebles. No sentía el menor interés por los vestidos ni por los muebles, pero Balzac experimentaba hacia ellos un apasionado interés, que consiguió comunicarme mientras le leía, así que pensé que debía dominar el arte de escribir excitantes párrafos sobre armarios si quería ser algún día un buen novelista. Mis esfuerzos estaban condenados y agotaron todo mi entusiasmo por aquello que me había propuesto escribir en primer lugar. Ahora sólo escribo sobre lo que me interesa. No busco temas: cualquier cosa en la que no pueda dejar de pensar es mi tema. Stendhal dijo que la literatura es el arte de la omisión, y omito todo lo que no me parece importante. Describo a las personas sólo en los términos de sus acciones, afirmaciones, ideas, sentimientos que me hayan escandalizado/intrigado /divertido/deleitado a mí mismo o a otros.
No es fácil, por supuesto, ser fiel a lo que realmente nos importa; a todos nos gustaría ser considerados personas llenas de curiosidad por todo. ¿Quién asistió jamás a una fiesta sin fingir interés por algo? Pero cuando escribes tienes que resistir la tentación, y cuando lees lo que has escrito, siempre debes preguntarte: “¿Me interesa de verdad esto?”.
Si te complaces a ti mismo –a tu yo verdadero, no a un concepto imaginario de ti mismo como la más noble de las personas que sólo se preocupan por los niños hambrientos de África–, tienes la posibilidad de escribir un libro que agrade a millones. Esto es así porque, quienquiera que seas, hay en el mundo millones de personas más o menos parecidas a ti. Pero nadie quiere leer a un novelista que no piense realmente lo que escribe. El best sellter más ramplón tiene una cosa en común con una gran novela: ambos son auténticos.
10. Serás difícil de complacer
La mayoría de los libros nuevos que leo se me antojan a medio terminar. El escritor se contentó con hacer su trabajo más o menos bien y luego pasó a algo nuevo. Para mí, escribir empieza a ser emocionante de verdad cuando vuelvo a un capítulo un par de meses después de haberlo escrito. En esta fase lo miro menos como autor que como lector, y por muchas veces que reescribiera originalmente el capítulo, todavía encuentro frases que son vagas, adjetivos que son inexactos o superfluos. De hecho, encuentro escenas enteras que, aunque ciertas, no añaden nada a mi comprensión de los personajes o de la historia y, por consiguiente, pueden eliminarse.
Es en este punto cuando examino el capítulo durante el tiempo suficiente para aprendérmelo de memoria –lo recito palabra por palabra a cualquiera dispuesto a escuchar– y si no puedo recordar algo, suelo descubrir que no era correcto. La memoria es un buen crítico.
Publicado originalmente en Writers’ Monthly, julio 1985.
Comentarios
Excelente post. Gracias.
Saludos desde Baires,
APG
Una vez en un "dominical" salio un pedazo de en brazos de la mujer madura, fue hace mucho, en mi recuerdo era algo asi como lo de Andreita la chica que cuenta sus aventuras en soho, era muy bacano.
Es una gran lección para mí el aparte número siete.
http://cuentominicuento.blogspot.com/
En general, muy buen post, me gusta que Vizinczey abogue por los clásicos y no por las novedades, lo contrario a lo que estamos haciendo todos ahora (leemos lo último que salga, lo que esté de moda, pero jamás consultamos a Shakespeare).
Muy buen fusilado, recuerdan ustedes que al mismo tiempo que los franceses escribían el surrealismo, en un pueblito de Perú, un tipo que respondía al nomber de César Vallejo inventaba para sí mismo el surrealismo.
Me quedo con el 9.
Salú pue.
1. La isla del Tesoro
2. El Quijote
3. Rojo y negro
4. El conde de Montecristo
5. Cumbres borrascosas
6. Orgullo y prejuicio
7. Vuelta de tuerca
8. Los hermanos Karamazov
9. Los cuentos de Poe
10. Moby Dick
la lista podría ser de 20, pero estos se me vinieron de inmediato a la cabeza cuando pensé en clásicos que hay que leer y releer. Y teniendo en cuenta, claro, apenas en el siglo XIX y un poco más atrás. Habría otros del siglo pasado, y otros (menos) de la Antigüedad clásica.
Sabroso el jueguito, a ver si alguien más se anima a hacer la lista de 5 o de 10 (o de 3 o 7, como sea) y armamos una especie de canon de clásicos de 'El ojo en la paja'.
1. Los cuentos de Borges
2. La iliada
3. La piedra lunar
4. Los cuentos de Poe
5. La metamorfosis
6.
1.Gargantua y Pantagruel
2.Los cuentos de Chejov
3.Ulises de Joyce
4.Shakespeare
5.Todo Nietzche
6.El quijote (otra vez porque hay que releerlo)
7.El arte de la guerra
8.El tao te kin
9.La poesía de Vallejo, César el peruano.
10.Las mil y una noches.
Salú pue,
2. Los Miserables (saltándose los capítulos ensayísticos sin remordimiento).
3. Ana Karenina.
4. Los cuentos de Poe.
5. La casa de las bellas durmientes.
1. Absalón, Absalón de Faulkner
2. Los cuentos de Chéjov
3. Las mil y una noches
4. Los cuentos de Poe
5. Los cuentos de Borges
6. Madame Bobary de Flaubert
7. Don quijote de Don Miguel
8. Lolita de Nobokov
9. Hiroshima de John Hersey
10. Cien años de soledad de Don GGM
11.Los detectives salvajes de Roberto Bolaño (el tiempo lo dirá)
Saludos.
Yo creo que con leer "Los hermanos Karamázov" unas cinco veces, un escritor ya tiene suficiente ejemplo. Y me refiero a ese libro únicamente porque es de los poquísimos imprescindibles que han puesto en sus listas que he leído y que me ha parecido, en efecto, imprescinsible y, ante todo, un placer inmenso. Esta entrada me hizo volver a ese libro, me parece increíble cómo lo puede releer uno cien mil veces sin dejar de disfrutarlo. Pero lo que más me gusta del consejo es la defensa de la calidad de lectura sobre la cantidad, ¡me exime de toda la vanidad de la que soy capaz!
entonces sigo la lista, no en este orden necesariamente:
2. el conde de montecristo o los tres mosqueteros. Dumas.
3. Ana Karenina tolstoi
4. Algún clásico de ciencia ficción aunque a Camilo casi no le gusten: Bradbury, Dick
5. Novela Picaresca española, tengo una selección, de Aguilar también y no recuerdo los autores, pero cualquiera estaría bien.
6. El amor en los tiempos del cólera
7. Las mil y una noches.
8. Verne
9. Algun japonés, Yukio Mishima o Yasunari Kawabata
10. Algún latinoamericano bueno, como ribeyro o cortazar (aunque digan que es pa' adolescentes, no me importa)
Me salí de lo estrictamente me clásico, pero, otra vez, no me importa.
hayan gustado). De verdad, ¿en que pagina se pone bueno Ulises?
Ulises lo compre porque en el periodico salio este resumen: un dia en la vida de una persona, es la clase de persona que por la noche va a un putiadero y despues llega borracho a conversar con la esposa, que tema.
Lo mismo me sucedió con La Montaña Mágica. A ratos quería que a todos los matara la tuberculosis de una puta vez.
Así que no estás tan solo en el mundo.
De cualquier modo yo voy a insistir con Ulises, estoy seguro que ese libro es muy bueno. Ese libro debe ser uno de esos "placeres que se aprenden", algo asi como oir la W, de la que soy fiel oyente.
Un saludo a Camilo y a toda la mesa de trabajo.
Un saludo a Juan David y toda su mesa de trabajo.
Y Cami, lo siento, pero la sacada de lengua está buenísima, aunque no comparto sus motivaciones. Todo tú me caes muy bien, ya sabes.
C.
Ray bradbury. El hombre ilustrado y Farenheit 451.
George R. Stewart. La tierra permanece.
Karel Čapek. La guerra de las salamandras.
De P. K. Dick no he leído ninguna novela, pero los cuentos me parecen buenos.
De adolescente me leí un montón y ya no recuerdo las otras y ya no las tengo porque mi hermano cuando se casó se las llevó. Pero esas que puse valen la pena.
C, también me encantó la sacada de lengua. Lástima que lo hizo desde la oscuridad del anonimato.
Creo que Ángela hizo una muy buena defensa del señor Vizinczey y disolvió cualquier contradicción que pudo haber visto don Peláez.
¿Farenheit 451 es ciencia ficción? ¿Qué tiene de "ciencia"? O... ¿cómo se define el género? Es que en serio que no he leído nada, apenas ese de Bradbury, que no me pareció dentro del género. O hasta habré leído otros que eran "ciencia ficción", y uno sin saber...
De los contemporáneos reputadísimos, nunca les he podido coger el gusto a Bolaño, McEwan y Vila Matas. Buenos escritores que no son para mí. Haruki Murakami, en cambio, es que me saca la piedra de entrada.
Cami, me sorprendió encontrar en tu primera lista Otra vuelta de tuerca. Fue un libro que leí chiquita, estaba en la casa porque se lo habían puesto a leer a mi hermana en el colegio. En esa época me asustaba un montón la cubierta que usaron para esa edición de Alfaguara, si mal no recuerdo. Ni qué decir la historia.
C.
Seguramente la insensata soy yo, pero creo que si un escrito sale mal porque el autor fuma, se emborracha o se droga, es más porque es mal escritor y menos por lo que le mete a su cerebro y pulmones; lo más probable es que su estilo no mejore si deja de consumir, para no entrar en la laaarga lista de muy buenos escritores alcohólicos, drogos y la de fumadores que debe ser interminable. Lo mismo pasa con los puntos sobre los gastos, la vanidad, la modestia.
Cuando se habla de mandamientos uno piensa en lo indispensable, lo imprescindible, pero el fusilado, Cami, me suena más a una lista de buenos consejos --que supongo le han funcionado a él-- con un título pretencioso.
Y ya que ando por aquí y no se ha mencionado, un clásico que he releído unas tres veces es Crimen y castigo.
Yo empece a leer Ana Karenina, me parecio muy cursi como sufria Ana por sus duques, entre otras cosas, ¿el duque que era un caballero si se la come?, ¿en que pagina se la come?. Pero voy a volver a intentar, varios de los clasicos que listaron los tengo.
Pero yo si soy mas de malas, no solo no me gustan los clasicos sino que tampoco me gustan los simpsons, asi que en toda conversacion quedo fuera de vista, no tengo referentes para conversar, cuando dicen "mira, es igualito a Mr Burns", para mi es como si me dijeran que tal es igualita a Ana Karenina.
En cambio a juzgar por sus clasicos Burgos si puede hablar mierda con gente de muchos siglos, empezando por la odisea. (la pelicula que dan en semana santa es muy bacana)
Y mi clásico favorito es el primer tomo de En busca del tiempo perdido. No puedo decir que los siete tomos porque llegué solo hasta el tercero, que me aburrió hasta la muerte. Ahí están los otros cuatro mirándome desde la biblioteca con desprecio.
Mis anaqueles guardan un volumen de nunca en cines, tambien hay un volumen de no nacimos pa semilla. Ese libro de Alonso Salazar lo he releido. De Salazar tambien lei mujeres de fuego que me gusto mucho, me gustaria leer uno que el escribio que se llama la segunda fundacion de Medellin.
El Ulises de Joyce es monumental, pero tiene eso que todos dicen, o se le ama o se le odia, porque es difícil de leer; pienso que un libro no debería ser difícil de leer, pero eso se le perdona al Ulises. Creo que quien no pudo terminar de leerlo no lo hará nunca. No hay que darle más vueltas.
Viendo la lista del último anónimo, hay libros que son malos, que uno sabe que son malos, que todo mundo sabe que son malos, pero que se leen y se disfrutan con cierto cargo de conciencia; a ver si ahora se animan a anotar los libros malos que les gustan.
Por mi parte les digo que me gustan los de Agatha Christie.
Salú pue.
En los libros de secuestrados soy esperando la parte donde describen las pichadas, y señores, les tengo una noticia, de pichadas no hablan nada en esos libros.
Tambien me gustan las biografias de estrellas de nuestra television, por ejemplo el de Fanny Mickey o el de Pacheco. Esos libros me gustan. (tranquilos, yo se que Fanny Mickey no era estrella de nuestra television, pero para mi es como si lo fuera).
Las 1001 noches.
Hamlet.
Chéjov (lo que se consiga, cuento y teatro, no tiene presa mala).
Borges.
Crimen y castigo.
Guerra y paz.
Mujeres enamoradas, de D.H. Lawrence.
Sexus, de Miller.
El otoño del patriarca (o alguna de las grandes novelas de Gabo).
Filosofía en el tocador, o si lo prefieren Los 120 días de Sodoma.
Contrapunto, de Huxley.
Todos los cuentos de Carver.
Todos los cuentos de Hemingway.
Todos lo cuentos de Quiroga.
Todos los cuentos de Rubem Fonseca.
Algunos cuentos de Cortázar y 62/Modelo para armar.
Hay más, pero dejo ahí. El primer tomo del Quijote me lo leí hace muchos años, pero aunque me gustó voy a seguir diciendo que no me lo he leído hasta que lo acabe todo.
Bien por lo Hrabal; no me interesó este último "corrido". Saludos.
D.