Fusilado: Walt Whitman


La imagen que nos queda de Whitman –a quienes todavía nos suena para algo o nos interesa el poeta americano nacido en 1819– es la de un anciano venerable retirado del mundo, ocioso o más bien, si somos condescendientes, dedicado a la contemplación. Pero no: antes de su retiro Whitman fue un trabajador infatigable, toda vez que desde adolescente tuvo que mantenerse por su cuenta. Fatigó incontables oficinas, fue carpintero y constructor de casas, trabajó en imprentas y periódicos, y hasta cuidó heridos en hospitales.
Al final de sus días quizá si fuera un anciano dedicado a la contemplación: había quedado casi impedido después del ataque que sufrió a los 53 años y que motivó su retiro definitivo en Camden, Nueva Jersey. Allá lo visitaba casi a diario su joven amigo Horace Traubel, quien acostumbraba apuntar lo que decía Whitman. Esas frases fueron después recopiladas en cinco tomos con el título Walt Whitman in Camden. El poeta venezolano Rafael Cadenas tradujo, presentó y seleccionó de allí, y de otro par de fuentes, algunas para la Revista Universidad de Antioquia; de la selección de Cadenas hice una para los lectores de El ojo en la paja, que fusilo abajo.

El poeta murió y fue enterrado en Camden, en 1892. Su amigo Horace lo siguió en 1919 y fue enterrado cerca.

Whitman Oral (fragmento)


Todo el mundo está escribiendo, escribiendo, escribiendo, y lo que es peor, escribiendo poesía. Sería mejor si toda la tribu de los escribidores –cada uno de nosotros– fuera enviada a cualquier parte a realizar un trabajo honesto.

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Siempre tomo lo que viene: patadas, bendiciones, cualquier cosa.

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¡Sea natural, sea natural, sea natural! Sea un tonto completo, sea sabio si tiene que serlo (si no puede evitarlo), sea cualquier cosa pero sea natural: casi cualquier escritor que esté dispuesto a ser él mismo, llegará a valer algo –porque todos valemos algo, casi lo mismo, en el fondo–. El problema es principalmente que los escritores dejan de ser hombres: los escritores reflejan escritores, y nuevamente los escritores reflejan escritores, hasta que el hombre se agota, se acaba.

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Cuando veo con cuánto empeño se esfuerza la gente en decir cosas brillantes o ingeniosas, me parece conveniente recordarle de vez en cuando los simples hechos –los simples divinos hechos.

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A medida que envejezco veo cada vez más la futilidad de hacer cálculos. Rehúso tener ilusiones. Trato de no adquirir el hábito de esperar ciertas cosas en ciertos momentos, de planear para mañanas, los eternos mañanas que nunca llegan como lo dispusimos.

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... todavía le digo al ejército de los ilegibles: por el amor de Dios, hagan lo que puedan para escribir de modo que podamos obtener al menos algunos indicios sobre lo que ustedes tratan de decir.

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No conozco nada a lo que dé tan poca importancia como a palabras bonitas, pensamientos bonitos, porcelana bonita, arreglos bonitos.

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... La vida americana: cada hombre tratando de derrotar a otro, abandonando modestia, abandonando honestidad, abandonando generosidad para lograrlo, creando una guerra, cada hombre contra cada hombre; todo el desgraciado asunto falsamente afinado por ideales de dinero, política de dinero, religiones de dinero, hombres de dinero.

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Que Dios proteja nuestras libertades cuando el dinero tenga finalmente nuestras instituciones en sus garras.

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Tener éxito es una nueva experiencia: parece que siempre sé qué hacer con el fracaso, pero el éxito es un enigma para mí.

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La gente habla a menudo de mí como si yo fuera muy nuevo –original–. Soy en realidad muy viejo así como muy nuevo. Vengo no tanto a anunciar cosas nuevas como a recobrar la correcta perspectiva sobre cosas viejas. Soy muy llano, casero, fácil de conocer, si se me capta bien. Hace tres o cuatro años les hablé a algunos jóvenes soldados en Brooklyn. Comencé diciéndoles que no venía a revelarles cosas nuevas, sino a hablar de aquellas cosas particulares que todos ellos sabían. Cuando veo cuán endiabladamente se esfuerza todo el mundo en decir cosas brillantes, me parece bien llamar la atención hacia los simples hechos –los simples, divinos hechos– de vez en cuando.

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Me gusta interrogar (cross-examine) pero no me gusta ser interrogado.

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La respetabilidad no tiene buena opinión de mí. Supongo que el rechazo es mutuo.

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Nada encuentro en la literatura que sea valioso simplemente por su cualidad profesional: la literatura sólo es valiosa en la medida de la pasión –la sangre y el músculo– de que está investida, la cual yace oculta y activa en ella.

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Los cuentistas, por lo general, no me atraen... ¿Qué puede uno sacar de ellos? ¿Cuál es su futura significación? ¿Tienen alguna? ¿No llegan y se van? ¿No se agitan apenas sobre la superficie, mariposean alrededor en frágiles recipientes literarios por un rato y luego se despiden con una inclinación?

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Yo no reviso demasiado mis revisiones, no pulo; no considero esencialmente importante desarrollar especiales saberes técnicos. Estudiar para la recitación es principalmente asunto técnico, tiende a la reacción, fomenta el formalismo. Me mantengo tan lejos como puedo de la pura mecánica de la composición.

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Dudo que sea factible la fotografía en color. ¿Cómo podrá lograrse alguna vez? Parece que hay dificultades técnicas insuperables en el camino. Sin embargo, ¿cómo podemos dudar de algo en esta época?

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Después de todo, si alguien ha de escribir poesía el secreto es entrar en contacto con la humanidad, saber qué está pensando la gente, retirarse hacia las fuentes más profundas de la vida, atrás, atrás, hasta que no haya más adonde retirarse.

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Nunca memorizo poemas: se interpondrían en mi camino.

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El ascetismo es siempre obsceno para mí.

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Mi mente es lenta, nunca se atropella.

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Estoy a favor de la agitación, agitación, agitación y agitación: sin el cuestionador, el agitador, el perturbador que golpeen nuestra complacencia, nos encontraríamos de veras en una linda situación.

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... de todas maneras, los mejores hombres sencillos son siempre los mejores hombres –si es que existe en absoluto eso de mejor o el mejor entre los hombres–. La gente cultivada, la gente de buenos modales, la gente bien vestida, esa gente siempre parece cocinada un poquito más de lo necesario, dañada por el acabado.

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¡Y qué tribu es la tribu de los correctores de pruebas! Creo que algunos hombres, algunos escritores, deben gran parte de su reputación a la excelencia de sus correctores de pruebas, a su vigilancia, a su consejo. ¿Quién puede hacerles justicia a los listos, agudos intelectos de los hombres de este linaje, su considerada paciencia, el gran alcance de su visión? Se les concede poco crédito, son desdeñados, no se les da importancia, se les endilgan argucias. Durante veinte años he tenido más o menos en mente decir mi palabra –decir lo que sé sobre los correctores de pruebas; es una deuda que he debido pagar hace tiempo.

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... hay momentos en que la casa no se puede reparar más, sino que exige ser demolida.

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Puede haber razones para apresurarse, pero de todas maneras no soy un acelerado. Aunque estuviera quemándose la casa no podría apresurarme.

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No siempre se nos dan palmadas en la espalda; algunas veces se nos patea en el trasero, y puede que las patadas hagan tanto bien como las palmadas.

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Un escritor no puede hacer nada más necesario, más satisfactorio por los hombres que revelarles las infinitas posibilidades de sus propias almas.

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Entiendo que hay cualidades, fuerzas latentes en todos los hombres que necesitan ser sacudidas para que cobren vida. Sacudir, esa es la función del escritor.

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Citar es algo que puede convertirse en enfermedad.

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... odio las comas mal puestas.

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La mayoría de obras de arte cansan. Sólo las Grandes Obras Maestras no cansan nunca y nunca deslumbran al comienzo.

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La originalidad debe ser del espíritu y mostrarse en nuevas combinaciones y nuevos significados y en descubrir la grandeza y armonía donde no se pensaba que había grandeza. El estilo debe ser cuidadosamente purgado de cualquier cosa impresionante, deslumbradora u ornamental, y rigurosamente distanciado de todo lo que es excéntrico.

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No puede haber ningún carácter grande y sublime sin pasar previamente por el pecado.
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¿Cuando usted escribe, recibe consejo de alguien acerca del escribir? No lo haga: nada lo confundirá más que el consejo. Si alguien quiere mantenerse claro acerca de sí mismo debe ante todo hacer el gran juramento de que nunca tomará ningún consejo.


Lo fusilamos de: “Whitman oral”, traducción y presentación de Rafael Cadenas, Revista Universidad de Antioquia, n° 244, abril-junio de 1996, pp. 33-39.


Comentarios

Johan Bush Walls ha dicho que…
Es interesante como el sentido común siempre suena a sabiduría.

Excelente fusilado maestro Camilo.

Salú pue.
Jorge Mario Sánchez ha dicho que…
Gracias, Camilo, por esta selección whitmaniana. Yo diría que nos están haciendo falta hombres así de lúcidos, ¿no?, sobre todo en estos paisitos nuestros. Tanta estupidez nos está asfixiando.
Esteban Dublín ha dicho que…
Yo también odio las comas mal puestas.

Me quedó sonando lo de los cuentistas...
Sinar Alvarado ha dicho que…
¡oh, capitán, muy buena esta!
Camilo Jiménez ha dicho que…
JOHAN: buen punto de vista. Lo deja a uno frío.

Jorge: siempre vale la pena escuchar a los ancianos.

ESTEBAN: yo también odio las comas mal puestas. Lo de los cuentos... como lo de la fotografía en color, cada cual tendrá las ideas. En tiempos de Whitman apenas estaba arrancando el cuento profundo que perfeccionó Chéjov... No sé.

SINAR: Ahí tiene... del autor de nuestro querido "Oh capitán mi capitán...". Buena, ¿no?
Tamaño Oficio ha dicho que…
Excelente, excelente, no tenía idea de un "Whitman oral". Le agradezco mucho este texto.

Saludo.
Apelaez ha dicho que…
Me recordó a los poetas muertos. ¿Esa película era buena o mala?
Fernando Ramos ha dicho que…
La Sociedad de los poetas muertos es una excelente película.

Saludos
Sinar Alvarado ha dicho que…
muy buena, capitán.

me gustaron casi todas. especialmente la primera, que le llega a uno al corazón casi como un regaño: ¡sea natural, sea natural, sea natural!
Carlos ha dicho que…
Gracias Camilo por compartir este texto. Sin embargo, no hay que olvidar que las palabras son aire y van al aire. Y de seguro fueron dichas por Whitman para el aire y para el amigo sin saber que estaba haciendo dictado. Por eso hay partes que suenan medio a disparate, medio a frases dichas por un viejito sabio, medio a siglo XIX. Tampoco hay que descartar que el copista pulió un tris, por ejemplo, en el texto en que se habla de los correctores. Saludos.
Carlos ha dicho que…
digo de nuevo: "...tampoco hay que descartar que el copista pido haber pulido un tris..."
Carlos ha dicho que…
"...el copista pudo..."
Laura Martina Escalante ha dicho que…
Hola Camilo, una pregunta al margen, y por favor discúlpame la impertinencia: ¿Aún está actualizada la lista de libros favoritos que publicas en tu perfil de Blogger? Gracias por responder, y estaré pasando.
Laura Martina Escalante ha dicho que…
Muy buena la precisión sobre lo que ocurría con el cuento en tiempos de Whitman, porque si no, bien podría uno decir lo mismo de otra especie, con similar pertinencia, cambiando sólo una palabra:

"Los poetas, por lo general, no me atraen... ¿Qué puede uno sacar de ellos? ¿Cuál es su futura significación? ¿Tienen alguna? ¿No llegan y se van? ¿No se agitan apenas sobre la superficie, mariposean alrededor en frágiles recipientes literarios por un rato y luego se despiden con una inclinación?"

¿Escribió relatos Whitman alguna vez?

¿Sería esa una frustración?

Sólo especulo...
Tomás David Rubio ha dicho que…
Cadenas completó su trabajo con "Habla Walt Whitman", libro impecablemente editado por Pre-Textos, donde se ven estos y muchos más fragmentos del gran Whitman.

Lo mejor: el libro no es difícil de conseguir.
Camilo Jiménez ha dicho que…
TOMÁS: mil gracias por el dato. Sin dudarlo voy a buscar el libro.

LAURA: por supuesto que está "actualizada" la lista de mis libros favoritos. Creo que nunca va a dejar de gustarme (mucho, más que cualquier otra novela) el Quijote, o La conjura de los necios. Esos libros son infalibles porque son clásicos; mejor dicho, son mis propios clásicos. Y para mí también hay poetas clásicos. Claro que sí hay que decir algo: hay mucho poeta por ahí, mucho poema, pero la cuestión es que hay poca poesía. Gracias por pasar.
Anónimo ha dicho que…
Camilo, ¿sabés en dónde puedo encontrar Trabajos del reino? Pensé que estaría en la Feria; pero nada de nada.

Saludos
Andrés M.