Fusilado: Boletín de Programas de la Radiotelevisora Nacional de Colombia




El Boletín de Programas de la Radiotelevisora Nacional de Colombia puede verse como una versión precámbrica de Antena, Elenco, 15 minutos, La Guía y otras tonterías mal hechas. El Boletín era un cuadernillo preciosamente editado, en tres tipos de papel —carátula, interiores y cuaderno de programación—, a dos tintas, con ilustraciones selectas. Además de la programación, publicaban artículos de divulgación y ensayos sobre música, teatro, artes plásticas, ópera y literatura, escritos por colombianos o traducidos de publicaciones especializadas de otros países. Eran los primeros tiempos de la televisión en Colombia, cuando la programación ocupaba apenas alrededor de cuatro o seis horas diarias y pasaban, siempre en directo, discursos, misas, conferencias académicas y alguno que otro dramatizado, a la cabeza de Bernardo Romero Lozano y Fernando Gómez Agudelo, los verdaderos pioneros de la televisión colombiana.

En esa cueva deliciosamente oscura, llena de polvo y desordenada que es Dinosaurio, en la calle 45 con carrera 22 en Bogotá, encontré una tarde de sábado un tesoro: una pequeña colección del Boletín de Programas, quince ejemplares a mil pesos cada uno. Me los traje todos, por supuesto, y me han regalado ratos de insano esparcimiento. Adelante.


Santa Clara de Asís, Patrona de la Televisión

S. S. Pío XII proclamó solemnemente, el pasado 17 de febrero, a Santa Clara de Asís como Patrona de la Televisión, mediante un decreto especial, entregado a la Sagrada Congregación de Ritos, en el cual se declara que en lo sucesivo quedarán bajo tan augusto patronato todos los trabajadores de la televisión en el mundo: directores, productores, coordinadores, camarógrafos, luminotécnicos, asistentes, escenógrafos, tramoyistas, ingenieros y operadores de audio y video, locutores y hasta los mismos anunciadores de T. V.

El Boletín de Programas de la Radiotelevisora Nacional, con tan fausto motivo, presenta en esta página algunos datos —harto sucintos, por cierto— acerca de la vida y portentos de la recién declarada Patrona de la Televisión:

Clara Sciffi (1194-1235), hija de los Condes de Saddo Rosso, fue, como San Francisco, oriunda de Asís. Cuando éste abandonó la casa paterna, Clara tenía apenas once años. A sus oídos llegó la fama de los prodigios que obraba Francisco en Umbría, y tomó entonces la resolución de seguirlo y consagrarse totalmente al servicio del Señor. Renunció entonces a los halagos de una vida fastuosa, al amor mundano, al brillo de la corte y al bullicio de los saraos, para seguir en pos del Poverello. Y un día, mientras la joven desposada de Cristo pronunciaba los votos eternos, los franciscanos entonaban, jubilosos, el epitalamio de las divinas bodas. Al convento de Benedictinas, adonde Clara se había acogido provisionalmente, acudieron, en belicoso tropel, sus parientes y amigos para obligarla a renunciar a la vida conventual. Todo fue en vano. Al cabo de poco tiempo, la sigue su hermana Inés. La escena del asalto al monasterio se repite entonces con el mismo resultado negativo. Ante la firme decisión de sus hijas, el Conde de Sasso Rosso creyó más prudente ceder.

La Iglesia de San Damián sirvió de albergue a Santa Clara y sus discípulas. Cuarenta años vivió allí dedicada a la oración, a la penitencia, al servicio de los pobres y de sus hermanas de claustro. Pronto hizo de su comunidad “la torre fuerte de la insigne pobreza”. El Papa Honorio III le dispensó un trato deferente; Gregorio IX mantuvo con ella una frecuente correspondencia e Inocencio IV visitó en dos ocasiones su convento de San Damián.

Clara era de esforzado corazón y ánimo resuelto: cualidades de fundadora. Rigió con mansedumbre y energía la grey numerosa que tuvo a su cargo. Como Santa Teresa, soñó en viajar a tierra de infieles para padecer el martirio por Cristo. Por dos veces —y sin moverse de Umbría— rechazó, con sola su presencia, la acometida de las hordas alárabes sobre Asís indefensa.

En vida fue favorecida Clara con singulares favores y carismas, tales como raptos, éxtasis, y visiones sobrenaturales. Cierto portento, que narran Las florecillas de San Francisco, sirvió de fundamento al actual Obispo de Asís para pedir a la Sagrada Congregación de Ritos la proclamación de Santa Clara como patrona de la Televisión. Hallándose la Santa enferma el día de la Natividad de Cristo, y sintiendo gran dolor por no poder asistir a los oficios en el templo, el Señor, condolido de su pena, la hizo asistir desde su lecho a la Iglesia de Francisco, donde a aquella hora se rezaban Maitinies y se celebraba la Misa del Gallo. Esta visión de Santa Clara fue recordada por S. S. Pío XII en los festejos conmemorativos del séptimo centenario de su muerte, en 1953.

El próximo 12 de agosto, día en que la Iglesia conmemora su fiesta, llamándola con el título de Matris Dei vestigium, se organizarán ceremonias especiales para celebrar su reciente proclamación como Patrona de la Televisión.


Lo fusilamos de: Boletín de Programas de la Radiotelevisora Nacional de Colombia, nº 164, marzo de 1958, p. 24. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Genial. te vamos a esculcar #Los60delaTV
paula.