Este es un libro de “políticas sexuales”, dice la autora
hacia el final, aunque antes ha aclarado un poco: “no es un libro sobre la
industria del sexo, sino sobre lo que hemos decidido que es la industria del
sexo” (182). Porno, lucha feminista, tendencias, identidades, medios, modelos
educativos y cultura contemporánea en una prosa que toma con igual avidez
recursos y métodos del periodismo y la sociología, los estudios culturales y la
antropología, y sin el discurso mamón en el que generalmente viene envuelto el
conocimiento en estas disciplinas.
En el Capítulo Uno la autora intenta definir lo que ella
enmarca lúcidamente como cultura procaz:
una suerte no ya de erotización, sino de pornificación
de la vida cotidiana. Lo cual trae algunas consecuencias: “ser descubierto en
el porno era algo de lo cual se debía resurgir. Ahora estar en la pornografía
es el resurgimiento en sí mismo” (30). Casi todos los lectores recordarán a
Paris Hilton y el video sexual filtrado días antes del estreno de un programa
de TV que protagonizaba la heredera, hecho que disparó la audiencia del programa
y lanzó definitivamente al estrellato universal a la chica que era famosa solo
por ser rica. Al mismo tiempo, en la cultura procaz hemos decidido que lo sexy
y lo sensual —por lo demás territorios exclusivamente femeninos— están limitados
a los encajes, los tacones y los ligueros. Hemos reducido la sensualidad a unos
trapos medio transparentes e implantes de silicona. “Nos vendemos muy barato”,
dice Levy en la página 182.
El artículo que dio origen al libro fue publicado hace más
de una década, y los ejemplos que usa la autora para ilustrar lo que dice a lo
largo de todos los capítulos son tomados de entonces: la serie web de jóvenes que mostraban
las tetas Girls Gone Wild, la actriz
porno Jenna Jameson, el reality The
Bachelor, Sex and the City. Pero
funcionan perfecto porque la cultura procaz no ha hecho más que extenderse. De
hecho, hace un par de meses puso un presidente en la Casa Blanca.
El Capítulo Dos, “El futuro que nunca llegó”, revisa algunos
hitos del movimiento feminista en Estados Unidos. Descubrimos encantados que la
revolución femenina y la revolución sexual corrieron paralelas en sus inicios,
pues ambas buscaban lo mismo. Pero en algún momento se confundieron las cosas,
y por eso ahora una chica que se masturba frente a una cámara puede decir sin
ruborizarse que su acto es feminista: “esperan una justificación feminista
donde no la hay” (78). Conviene entonces poner las cosas en su sitio:
El movimiento femenino introdujo ideas revolucionarias que se arraigaron
de manera tan profunda que hoy en día parecen obvias. Que las mujeres no tienen
que ser madres o (incluso) esposas automáticamente. Que las mujeres tienen
derecho a las garantías constitucionales de igual protección bajo la ley. Que
las mujeres deben poder ser elegidas para estudiar en las mejores universidades
(Princeton y Yale solo comenzaron a admitir estudiantes mujeres desde 1969 […]
Columbia fue sólo masculina hasta 1983). Que las mujeres no deben ser
discriminadas en el lugar de trabajo. Que existe algo llamado clítoris. (81)
El capítulo más iluminador, creo, es el Cinco, “Cerdas en
entrenamiento”, que dirige la mirada a las adolescentes norteamericanas y la
educación sexual. Desde muy pequeñas las mujeres están envueltas en la cultura
procaz —todos lo estamos, pero la autora concentra su interés a las niñas y adolescentes, que
ven en la sección de ropa de cualquier tienda por departamentos unas tangas de
Hello Kitty, y sufren la presión de su círculo por mostrarse apetecibles a los
chicos cuando apenas están dejando atrás las tardes de té con sus muñecas.
La educación sexual está absolutamente desconectada del
interés y principalmente la necesidad de los jóvenes. Todos lo sufrimos:
pensamos que los sentimientos sexuales, que son nuevos para todos en esa edad,
son ganas de sexo. Empezamos por el final: los adolescentes “quieren obtener
sexo antes que sentir deseo” (161). Levy sigue una muy interesante investigación
de Deborah Tolman, quien recomienda “dejar de enfocar toda nuestra atención en
el coito y educar a los niños en cuanto a la sexualidad de una manera más
amplia, más compleja, como una parte fundamental de la condición humana” (153).
Antes de terminar, un detalle sobre la edición. Es cuando
menos curioso un libro traducido por seis personas distintas. Puede ser una
buena estrategia comercial en tanto varias de ellas gozan de cierto reconocimiento en redes sociales y otros círculos. Pero la traducción por momentos es desigual, y el
mensaje puede verse alterado. Particularmente la traducción del Capítulo Tres
es muy deficiente, y hay que andarse con cuidado para seguir la argumentación
de la autora sin perderse o entender de otra manera lo que quiere decir.
Pero este es un libro necesario porque delimita, aclara,
define. Es necesario en estos momentos como tan confusos, tan poblados de todo
y tan escasos de crítica, en los que tienen la atención de las mayorías quienes
hablan más duro, quienes más grotescamente gesticulan.
La cultura procaz ha diluido algunos efectos del movimiento
feminista y ha engullido toda idea que tenemos de placer sexual, sensualidad y
hasta de liberación de las mujeres. “Nuestro amor nacional por el porno y el pole dancing no es un subproducto de una
sociedad libre y relajada que acepta el sexo de manera natural. Es una puñalada
desesperada ante un erotismo irresponsable en un espacio y un tiempo
caracterizados por altos niveles de ansiedad. ¿A qué le tememos? A todo…
incluidos la libertad sexual y el verdadero
poder femenino” (183). El subrayado es de la autora.
-->
Ariel Levy, Chicas
cerdas machistas. La lucha feminista como idealismo en el siglo XXI,
Bogotá, Rey Naranjo Editores, 2014. Traducción de Amalia Andrade, Virginia
Mayer, Daniela Serrano, Catalina Ruiz-Navarro, Dominique Rodríguez Delvard.
Comentarios
SOY DE PERÚ.
Poul Rogger Portilla Condezo
Dr. Poul Portilla
Well over 160 000 men and women are trying a simple and SECRET "liquids hack" to drop 2 lbs every night while they sleep.
It's simple and it works all the time.
Just follow these easy step:
1) Grab a drinking glass and fill it with water half glass
2) And then learn this weight losing HACK
so you'll be 2 lbs thinner the next day!