Quería tanto que me gustara… En serio. Pasé por encima de la carátula inmunda. Dejé de lado lo que he pensado o sentido cuando he leído textos de Fernando Gómez: todos me han parecido, cuando menos, insípidos; cuando más, me han dejado indiferente (bueno, por no mencionar el perfil de Camilo Villegas con el que ganó el premio Simón Bolívar el año pasado, que parece más un perfil del guardarropa del golfista colombiano al que El Tiempo le rinde pleitesía, que me pareció flojísimo). Me gustó mucho que asumiera el riesgo de comenzar con un cómic –el primer capítulo–, y que intercalara viñetas de Luis Carlos Cifuentes en varias partes de la narración. Me interesó lo que leí en las reseñas de los suplementos de fin de semana: se trata de la historia de una bruja que se convierte cada noche en una bella mujer, diferente cada vez, para conquistar hombres, y unos niños que se empeñan en cazar a esa bruja; la historia está ambientada en la Bogotá de hoy, y está escrita con desenfado.
Quería que me gustara para dejar de coleccionar decepciones con las primeras novelas de autores colombianos que he leído en los últimos años. No todas, por cierto, pero casi. Desde La nostalgia del melómano, de Garay, no he vuelto a tener una reconstituyente experiencia de lectura con estas novelas, como las que tuve con Relato de Navidad en la Gran Vía, de Ricardo Silva –promesa cumplida–, con Su casa es mi casa, de Antonio García –divertida, con la única pretensión de contar una historia–, con (feo es decirlo porque es amigo mío, pero qué le hacemos) Manual de pelea, de Andrés Burgos –con una prosa afirmativa e inteligente.
También quería que me gustara porque no me quiero ganar más enemigos. Pero aunque empecé complacido con el cómic y seguí curioso por el segundo capítulo, ya en el tercero estaba hastiado con esta novela. La permanente gana de escandalizar con episodios procaces empieza a cargar, tanto por la estridencia explícita de esos episodios como por lo francamente mal escritos: “La bruja se quitó las bragas y las lanzó contra la palanca de cambios. Estaban manchadas de sangre y restos de caca, ‘Supongo que con esto pago la carrera’. Se bajó del carro y dejó la puerta abierta. Avanzó entre los pasillos –atravesados por motos y peatones– que se formaban entre el laberinto sin sosiego de autos particulares, buses y taxis [...] El taxista se alejó y buscó una calle solitaria para masturbarse con el recuerdo de la bruja. En el momento cumbre de su acto, las braguitas tomaron la forma de una serpiente de dos cabezas que le propinaron mil mordiscos en los genitales. La policía lo encontró al día siguiente con una expresión de espanto en la cara y con el pene aún en postura de batalla” (p. 57). Creo que gana más siempre un narrador con la sutileza que con los gritos, y esta novela no se calla.
Desde los ejercicios de mis más apáticos alumnos de escritura no leía tan decepcionantes descripciones de personajes: “Julieta era un verdadero portento de la naturaleza. Sus dientes eran tan contundentes como una hilera de fichas de dominó [?]. El centro de su cara estaba coronado por una nariz picassiana [??]. El pelo le caía hasta más debajo de los hombros. Estaba partido por la mitad y emitía una vibración dorada y luminosa [???]” (p. 58). Llegué hasta aquí, no pude más. La absoluta falta de humor y sutileza me sacaron.
Me gustaría saber cómo le ha ido en ventas a esta novela y qué piensan otros lectores, reseñistas, comentaristas por fuera del circuito de periodistas bogotanos. Porque en otros medios le ha ido bien: Soho, El País de Cali, El Tiempo han destacado su lenguaje, su historia y la combinación de texto y cómic. Seguro que entre bomberos no se van a pisar las mangueras.
Fernando Gómez, ¡Salta cachorro!, Bogotá, Seix Barral, 2007, 185 páginas.
Comentarios
saludos
Atentamente, Willie Zapata, (suspendido un mes por aplicarle la sicología invertida a blanca nieves y los 7 enanitos).
saludos,
ja
La vaina es que Fernando Gómez, junto Camilo Jiménez u otros editores le dan de comer y chance de figurar a los mismos que podrían dar palo.
En el país de los caciques de la junta, caciques políticos, caciques de medios.
Y, Anónimo, ¿"buenona" Catalina Holguín? Hmmm... Sin comentarios.
Cami, la reseña está buena y las frases que escogiste: le ponen a uno los pelos de punta.
Pero, me preocupa, ¿qué le podemos recomendar a Fernando Gómez? ¿Se le puede colaborar de alguna manera?
Bye.
yo le haría
el antojao
Simón.
Caro y Cuervo.
Cuéntame más, sobre tí, sobre tu blog...
Saludos.
A ella, y a los otros admiradores secretos, les mando mis recuerdos. Los extrañaré de aquí a 30 años, (y a cincuenta manuscritos más, cuando logre publicar mi primer desperdicio de papel). Mientras tanto, los escritores de fin de semana tenemos a los blogs provocadores como éste, para mostrarnos y llamar la atención
Eso le pasa a Afanador a veces, se da uno cuenta que no quería darle duro al libro, pero queda en una especie de elogio tibio. Y no es el único. Algo de eso tiene el crítico del espectador, ahora novelista primerizo fallido. En Piedepágina también eran expertos en el elogio escuálido.
Aún más anónimo
Saludos,
Andrés M.
att
Oh yeah
¡Buena esa!
Martín.
firmo y que el que firma FG diga quien es, pa ver si entiendo la historia de los cereales.
Advierto eso sí que no era yo el que le echaba los canes a Catalina.
Ey, mister Jiménez, no sé qué vas a hacer, pero en la calle ya se conspira para hacer famoso tu blog. Vamos a ver cómo resistes la presión...
estoy decidido a dejar de ser anónimo, me cago en diez...
¿No anda pues todo el mundo quejándose porque la crítica no existe?
Nada de dolor; humildad más bien. Cuántas cosas tiene el fútbol para enseñar.
uno. a fernando lo conocí como editor, en gatopardo. y debo decir que me fue bien trabajando con él. la novela no la he leído, así que no podré opinar ni discutir lo que el amigo camilo comenta. eso sí: ¡la tapa es horrenda!
sin embargo, me gustaría repetir acá lo que decimos o escuchamos en tantas fiestas y nadie dice en los medios: se está publicando mucho, cada joven inquieto parece venir con su novela bajo el brazo, pero los resultados que estamos recibiendo son pobrísimos, salvo contadas excepciones. y aunque creo que es mejor publicar que no publicar en asoluto, preferiría que los críticos --los necesarios críticos-- y lectores de oficio dijeran más a menudo y con mayor honestidad lo que piensan sobre los libros que leen. digo: es un simple acto de sanidad. para no soltar la perorata de la ética y la responsabilidad profesional.
esto me lleva al siguiente punto.
dos. doy fe, estuve ahí: escritores y editores borrachos urden desde las sombras, entusiastas, esperanzados, el ambicioso voz a voz que convertirá elojoenlapaja en un fenómeno cultural de masas.
tres. ¡fin a los anónimos!
cuatro. capitán, compóngame por favor este roncito; échele, échele.
Hombe, y lo de "fenómeno cultural de masas" sí sonó como a Marcuse. No sea gamín.
El problema de esta novela no es la procacidad (eso es lo que parece decir Camilo Jiménez, tan acertado en otras como desafortunadamente encarnizado en otras). Evaluarla negativamente porque habla de fluidos me parece un acto moralista, no intelectual. Sería decir que Palahniuk y Bukowsky son un par te idiotas pintados en la pared.
El problema del cachorro es la diversidad de tonos y sus ganas de (cómo decirlo...) abarcarlo todo, afán que produjo hasta dibujos que son un adorno (cosa que no está mal) y no una ayuda para narrar. La novela se siente escrita como por veinte personas diferentes, y por eso no es posible tomar en serio muchos de sus apartes. Estoy de acuerdo también en que tiene descripciones desafortunadas ("nariz picassiana" es muy rebuscado, por ejemplo), pero no hay que desconocer las otras virtudes, como el desenfado y la velocidad. Por eso se nota que Camilo Jiménez no se leyó la novela completa. Debió hacerlo para juzgar su problema de forma más precisa.
Por último, tampoco estoy de acuerdo con la descalificación del perfil de Gómez de Camilo Villegas. Tengo la sospecha de que Camilo Jiménez no se leyó el perfil, sino que simplemente se quedó en las fotos. Ante este perfil sí que no hay discusión, es una verdadera obra maestra del periodismo. ¿Qué se supone que tenía que decir un perfil de un golfista que brilla, ante todo, por su vanidad? La ropa era un tópico más que necesario, y no nombrarlo por el prejuicio de que parezca un perfil de guardaropa es algo muy... resentido.
y claro: urge que los estándares de calidad se apliquen a lo que se publica. de ese modo, querido camilo, los que están locos por publicar tendrán, antes, que trabajar sus obras hasta convertirlas en algo digno.
anónimo: está bien que haya muchos con sus novelas bajo el brazo. lo que no me gusta es esa publicación casi indiscriminada que convierte manuscritos pobres en ediciones urgentes.
otra cosa: creo entender que camilo no criticaba la vulgaridad o la procacidad en sí. la cosa va más allá, querido anónimo optimista, así metas en el mismo saco a fernando gómez, a bukowski y a palahniuk.
Otra cosa Mario: no importaba decir en el perfil que Villegas era gay. Eso todo el mundo ya lo sabe.
Sinar: Nunca se me ocurrió meter a Gómez en el saco de Bukowsky y Palahniuk. Eso sería herético. Ellos sí que tienen un tono uniforme, una corriente que lo lleva a uno en la que no se rompe nunca la ilusión de la realidad que crean. Gómez, por su diversidad de tonos, no logra encanchar, nada le es creíble porque es tan desordenado como un foro de blog.
Para todos: la democracia es tan grande que hasta caben los anónimos. Pero de ahora en adelante me convertiré en Raúl Reyes.
FRANCO: CON ESTA GENTE NO SE SABE. MALO SI SÍ, MALO SI NO, COMO LA FILÓSOFA ECHEVERRY. (ADVERTENCIA SINAR: NO ESTOY DICIENDO QUE ANDREA ECHEVERRY, LA CANTANTE, SEA FILÓSOFA. OJO).
OJO OJO OJO.
Pero me desvío. Mi punto iba a que a mí me parecen una práctica contraproducente los pactos de los periodistas con los jefes de prensa. Pudiera citarle por lo menos diez casos en que esa mañita ha dado resultados catastróficos, pero me limito a la pésima experiencia de Martin Amis con Madonna que él cuenta con tanto brío en Visitando a Mrs Nabokov y otras excursiones. En el perfil de VIllegas se hace un pacto para soslayar un hecho que todas luces es definitivo en la vida del golfista, pero que el jefe de prensa considera "nocivo para su imagen". "Nocivo para su imagen", es decir, malo para los negocios. Contra lo que usted cree, casi nadie parece sospechar que Villegas es gay. Se lo digo con conocimiento de causa pues en un curso puse a leer el perfil y de 17alumnos sólo dos se maliciaron la cosa. Para el común de los lectores, Camilo Villegas es el muchacho sano y esforzado de Medellín que hace una carrera triunfal en el PGA Tour. ¿Cree usted que si el público tuviera claro que es homosexual El Tiempo le dedicaría la absurda cantidad de papel que le dedica? ¿Cree usted que las compañías paisas le darían ese saco de contratos publicitarios? Yo creo que no. En tal sentido, me parece que el perfil escrito por Fernando Gómez proyecta, pese a sus esfuerzos, la exacta imagen que su representante quería que se proyectara. ¿Eso es lo que esperamos de un premio nacional de periodismo?
Uno: aparece primero el periodista que el perfilado. En la segunda línea.
Dos: tercera línea: "El tiro de Villegas pasó zumbando como una antigua bala de cañón por mi oreja derecha". ¿Será que no encontró el periodista un lugar más común?
Tres: tengo que saber qué es "fairway", "tee", "swing", "putt", "drive" y demás términos del golf para captar las sutilezas, si es que el texto las tiene.
Cuatro: eso de los jugadores de golf barrigones ya no es tan común en la categoría profesional, y el autor insiste en ella para diferenciar a su perfilado sobre los demás jugadores. De hecho, la toma de "Sueños de golf", una recopilación de artículos viejos de John Updike.
Cinco: habla el primer entrenador de Villegas, su gran maestro: "la primera vez que lo vi, parecía un pato. Tenía unos shorts beige y unos zapatos de golf sin medias". Hágame el favor, tomar de su "maestro indiscutible", como dice el propio periodista, semejante frase tan insulsa. ¿No tenía más para decir este señor sobre la formación del golfista, su camino? Qué flojera.
Y ya también me dio flojera seguir. Ahí está el perfil en el número dos de la revista Don Juan.
Lo que sí puedo decir es que es más fácil destruir que construir, y que es más que necesario que El ojo en la paja destruya. Pero sería más enriquecedor que, además de destruir, contruya (como invita mi amiga Catalina Arango, que pregunta cómo se le puede ayudar a mi otro amigo y jefe Fernando).
Y también quiero decir que, lastimosamente, hay cosas que sólo se pueden aprender publicando. Yo, por ejemplo, aprendí que no escribía bien después de publicar mi librito, y creo que ahora lo hago un poco mejor. En un momento pensé que fue un error haber publicado, pero aprendí tanto de la premura que volvería hacerlo y volveré hacerlo para ver qué más aprendo del error de creer que tengo algo para decir en más de 100 páginas. En ese sentido, menos mal existen las editoriales, un mercado que no discrimina y espacios como El ojo en la paja que pueden llegar a orientar a los compradores de libros. Por eso, todos comemos de lo mismo.
Por último, construyamos entonces, y ustedes, malpensantes, ayúdenme con un problema que no he podido resolver y que tendré que consultar aquí penosamente: desde hace seis meses he tenido que llamar cada mes a sus instalaciones para preguntar por qué no me llega la revista. Cada vez que llamo me hacen marcar a tres números más y se chutan la pelota al estilo de las "mejores" entidades públicas. No sé si se debe a que se me acabó la suscripción (que renovaré inmediatamente si alguien se digna a explicarme y solucionarme el extraño caso de POR QUÉ NO ME LLEGA LA REVISTA) o a que la dirección está mal o a lo que sea, pero ya es 18 de marzo y no he leído el último número. ¿QUÉ PUEDO HACER?
Segundo, no fue mi intención condenar como pecado mortal ni como error que merezca la condenación el que su amigo y jefe apareciera en la segunda línea del perfil que le hizo merecedor al premio Simón Bolívar. Sólo le estaba dando a alias "Raúl Reyes" (el de acá) las razones por las cuales no me había gustado el perfil, y también aprovechando para confirmarle que sí me lo había leído, y con mucho cuidado. (A propósito, el perfil de Marlon Brando que hizo Capote, que también me fascina, comienza con una descripción de la simpatía que muestra una mucama del hotel japonés, y Capote entra muy sutilmente en hacia la frase 10).
Tercero, creo que a los libros publicados no les ayuda ya nadie: si son flojos es por que a los autores les faltó autocrítica, o buenos amigos que les leyeran los manuscritos (ojo: manuscritos) y les señalasen las inconsistencias. O contaron con editoriales complacientes, que no pasaron esos manuscritos por filtros severos o por evaluadores que, también, señalaran los problemas o dijeran simplemente que ese manuscrito no no se publica si el autor no corrige el (ojo otra vez) manuscrito. Total, un libro publicado es el libro que tenemos los lectores y los que comentamos las lecturas en espacios como éste. Por eso pasé de largo el comentario de mi también buena amiga Catalina Arango.
Cuarto: Bacano ver su libro, por mera curiosidad. No lo conozco. Y quinto y último, en mi perfil está mi dirección. Escríbame y averiguamos qué pasó con su suscripción. Pasa a veces y es de recoger la cara del piso, pero también de intentar desfacer el entuerto.
Bienvenido por acá.
También estamos de acuerdo en que cuando el libro abre la boca el autor cierra la suya... pero si se le ayuda (en el sentido de decir cómo sería posible escribir Salta cachorro de forma "correcta") la experiencia de aprender al publicar se hace más enriquecedora.
Y bueno, menos mal parece que mi libro ya se agotó para que nadie más lo pueda leer. Es muy jarto cargar con el karma de "¿escribiste un libro?" y saber que no es gran motivo de orgullo. Eso me da un gran alivio (a menos que la persona que le hizo llegar Salta cachorro le haga llegar el mío, quien también es gran amiga mía).
Gracias y por aquí estaré metiendo la cucharada.
Primero el aporte positivo y constructivo: Al autor se le recomienda dedicarse a escribir guiones para cine, quizás eso si se le da mejor, pero que en literatura ¡hummm mejor Nop! ¡Salta Cachorro! Sería una maravilla en audiovisual… ¿o no?
Y mi reseña dice:
Me parece que un factor determinante en la experiencia que proporciona leer un libro el cómo dimos con él. Cómo llegamos al libro o el libro llegó a uno.
¡Salta cachorro! Tiene una excelente reseña en la revista Glamour Latinoamérica de Febrero 2008, específicamente en la sección llamada Primera Fila 10 Elegidos pag. 84. lástima que no dice quién la escribió porque de verdad la reseña da ganas de leer el libro y el aut@r se merece un premio al esfuerzo. El asunto es que más nunca compro un libro que recomiende Glamour, me voy a seguir apegando a las recomendaciones de MarieClaire que son infalibles.
Sencillamente ¿cómo es posible que algo como esto esté publicado? Y peor aún ¿cómo es posible que te cobren por leerlo? Ya la reseña en cuestión me había abierto el apetito y las ganas al punto que no me aguanté y aprovechando que estaba en el aeropuerto de Bogotá – que el autor es colombiano – y que por lo visto mi vuelo a Venezuela no iba a salir en las próximas tres horas fui corriendo y compré el libro en el dutyfree – ¡lo pagué en dólares! Para una persona que vive bajo el yugo del control cambiario fue un crimen imperdonable -. Al abrirlo uno se encuentra que en la solapa hay un detallado currículo del autor que ni en los libros de Stephen King ponen, que si editor de esto, periodista, profesor, colaborador, coordinador, cofundador, llevado al cine… y bueno con todo eso uno se piensa que está ante una bestia de la literatura contemporánea en español.
Luego viene el texto en cuestión. La dura verdad.
Comienza con siete páginas de novela gráfica o comic, y uno empieza a salivar de la emoción. Luego arranca en todo indecoroso esplendor un retahíla de frases mal narradas, mal construidas, pobres, sin imágenes elaboradas o inspiradas, mediocres y pretenciosas y además inconsecuentes…. Porque lo que da más rabia es que no lleva a ninguna parte.
El modo en que este bodrio es descrito por la crítica no es más que autocomplaciente y autoindulgente – y por Diox que nunca había odiado tanto un libro, nunca me había parecido tan malo, tan poco merecedor de mérito, tan detestable -.
El Tiempo publica: “Gómez sabe que no está inventando la rueda, pero si está seguro de que se trata de un libro divertido, que cuenta una historia de una manera relajada, que entretiene pero que también tiene juego literario.”
¡Eh, No! No es un libro divertido, no hay ninguna historia, para que exista una historia tiene que haber más que una idea, nombres de personajes y acciones… y eso de “juego literario” tiene que ser un eufemismo.
En un sitiollamado PlanB Bogotá escriben “Con metáforas víctimas de un excelente poeta, ilustraciones de Luis Carlos Cifuentes, delirios de sangre y la prosa de un comic sensacionalista se compensa la ternura del dolor que traducen estas páginas.”
Me pregunto ¿qué es lo que les pasa? ¿Es que esta gente leyó la cosa esta, o es que reciben bonificaciones por venta?
Cuando las reseñas aduladoras escriben “escrito con desenfado” quiere decir MAL ESCRITO o ESCRITO SIN NINGÚN TALENTO PARA ESCRIBIR. La primera impresión que deja esta lectura es la de estar leyendo un ejercicio de taller de literatura, narrativa o escritura creativa, en el que lees, opinas, corriges, mejoras y ejercitas, pero es eso, un ejercicio sin pasión ni gloria. Y he visto mejores.
La idea de la historia, que es lo que uno lee por allí en las reseñas, es pretenciosísima: no es novela, no es comic, es un cuento de hadas pero es morboso y terrorífico. Sencillamente este es un libro escrito bajo una formula de ventas: irreverencia + comic + hadas + asesinos + bruja + sexo + muerte + groserías + historia de amor + algo de épica + … ¡simplemente no pudieron contenerse y se lo metieron todo! Habrán dicho “Más es mejor” y vulgar, y burdo, e innecesario y… irónicamente incompleto.
Hay tanto en el libro, que no hay nada. Cada capitulo aborda “escenas” inconexas que a fuerza del lomo del objeto están todas juntas. Y el final. El final es la cosa más ofensiva que hay en el planeta. De verdad yo estaría haciendo un servicio social si develo el final, pero nadie aprende en cabeza ajena.
Ni qué decir de la contraportada que reza “Es un comic salvaje con el que irrumpe una nueva voz literaria, en la que resuenan ecos de los delirios cinematográficos de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez”. ¡Pero si es que no se pusieron límites para autoadularse!
Es que ahora que lo veo en perspectiva, veo claramente que todas las señales de que es una basura cuyo único propósito es la venta, eran evidentes y las pasé por alto. Así que me lo merezco.
En el texto hay una sed y una necesidad desesperadas por quien lo escribió de revelar referentes de la cultura pop, como lo saben hacer algunos autores norteamericanos (yo tengo mis preferencias pero no voy a hacer publicidad) Querer reflejar una cultura y a propósito no es ninguna papa pelada, se le ven las costuras: “Arturo sacó como respuesta un pitillo de marihuana tan largo como el dedo de ET” y terminan cosiendo frases preenlatadas sin ningún indicio de genio.
En un intento desesperado por evadir el arte de escribir diálogos, no los hay, están todos entrecomillados pasando uno de otros como de pensamientos a palabras sin brindar ninguna dimensión para los personajes ni para las escenas ni los lugares. Todo es igual, con el mismo ritmo, la misma voz, el mismo estilo – aburrido, lineal y sin magia-.
Creo que la crítica y la opinión de este post expresan hasta mejor lo que yo he querido decir en mi reseña, este mi comentario.
Por lo demás lo único que me queda es controlarme por no echarle candela al objeto, porque decirle libro a esto es ¡DEMASIADO!
En cuanto a la historia, no llega ni a lo peor de Robert Rodríguez: sólo le faltan unos dinosaurios extraterrestres sodomitas o, tal vez, esa sea la trama de su próxima novela. Se pasa, da vergüenza ajena. Coincido con quien afirma que parece sacado de un taller literario, añado que deja la sensación de que en Planeta no existe el cargo de editor, sólo el de publicistas que consiguen obras de autores conocidos en otros ámbitos para que sus amigos escriban reseñas aduladoras y la muy querida jefe de prensa las publique en todos los medios.
Después de terminar, empiezo a entender por qué Don Juan es tan mala revista.
Atentamente,
Zoquete de Plata
Tal vez lo que hace que, definitivamente, Fernando Gómez (alias Chicharro) no sea más que un Tarantino-wannabe es la completa falta de humor en su novela: la caca junto a la menstruación en las bragas suena a los chistes que uno hacía en octavo.
Mal, hermano.
Zoquete de Plata
Considero que las opiniones parten de tipo de lectura que nos guste...
no me gusto el primer comentario ya que a algunas personas que tenian el libro los desmotivo a leerlo a si que porfavor piensen menos en los comentarios negativos y mas en los positivos!!!!
Definitivamente nuestro "critico" no es muy buen escritor,se salio del contexto unas cuantas veces y penosamente critica los errores ajenos.