En Buenos Aires (letanías para leer durante la hipotética tercera fundación de la ciudad)

Cementerio de La Recoleta.


En Buenos Aires Bob Dylan suena en la radio, en una emisora de AM.

En Buenos Aires mucha gente lava el carro los domingos afuera de su casa.
En Buenos Aires un tipo de veintitantos conversa con su novia por Skype en un café internet. Cuando corta la comunicación está llorando. No lo disimula.
En Buenos Aires la gente discute, se altera, grita. Pero pocas veces se van a las manos.
En Buenos Aires las librerías, que son muchas, siempre están llenas de gente. Siempre.
En Buenos Aires se toma muy buen café en las cafeterías y se compra muy mal café en los supermercados.
En Buenos Aires el periódico del domingo tiene tanto que leer que te puede durar hasta el miércoles.
En Buenos Aires saben poner una mesa de manera elegante, hasta en los locales más modestos: copa para vino, copa para agua, mantel blanco impoluto, servilletas de tela, cubiertos para plato principal y entrada...
En Buenos Aires los hombres todavía usan gomina. Y seguirán usándola.
En Buenos Aires las mujeres son muy bonitas, pero los hombres lo son más.
En Buenos Aires he llegado a pensar que si viviera acá el tiempo suficiente, hasta me voltearía.
En Buenos Aires hay muchos parques y árboles.
En Buenos Aires la cerveza tamaño personal es de medio litro.
En Buenos Aires, en el barrio de La Boca, unos niños cantan en el segundo piso de una casa vieja. Se acompañan de un bombo. Escucho con cuidado y noto que no están ensayando nanas: están aprendiendo canciones para animar al Boca Juniors.
En Buenos Aires mucha gente toma mate al final de la tarde. Por todas partes se ven personas con su bombilla y su termito.
En Buenos Aires hay muchas especies de pájaros, que cantan y cantan sobre todo al final de la tarde.
En Buenos Aires el barrio es importante.
En Buenos Aires los taxistas fuman. Dentro del carro.
En Buenos Aires se fuma mucho.
En Buenos Aires la palabra que más he oído por ahí es “boludo”.
En Buenos Aires la primera palabra que oí, justo al bajarme del avión, fue “macanudo”. Y fui feliz.
En Buenos Aires siempre hay señoras de pelo muy rubio o de pelo muy blanco en la calle, bajándose de taxis, en las cafeterías, caminando, conversando, paseando a sus perros.
En Buenos Aires hay muchos perros.
En Buenos Aires hay que tener cuidado al caminar porque las aceras, calles y parques están tapizados de caca de perro.
En Buenos Aires oí “Volver” en la radio. Por la ventana, mientras tanto, veía cómo se alargaban las sombras de las lápidas del cementerio de La Recoleta.
En Buenos Aires siempre sirven el café con alguna masita dulce y un vaso de agua mineral.
En Buenos Aires se habla en los diarios, la tele y la radio de un tal De Narváez, que quiere presentarse como candidato a la Presidencia. Mucha gente dice que es narco. Él tiene problemas por eso y porque no es argentino de nacimiento, como obliga la Constitución. De Narváez nació en Bogotá, Colombia.
En Buenos Aires uno puede estar sentado o acostado en la banca de un parque, o en el prado, durante tres, cuatro, cinco horas, y nadie viene nunca, nunca, nunca a joderle la vida.
En Buenos Aires, en incontables y vastas zonas, durante diciembre no hay una sola señal de que sea Navidad. Sí.
En Buenos Aires hubo un gran concierto de AC-DC y a los quince días se presentó Julio Iglesias.
En Buenos Aires, todos los días a la media noche, Alejandro Dolina hace su programa radial “La venganza será terrible”, y uno puede ir a verlo a un teatrito en la calle Corrientes.
En Buenos Aires la cerveza y el vino son baratos. Y están bien hechos.
En Buenos Aires hay muchas cafeterías, y siempre están llenas de gente conversando, o leyendo, o sentadas nomás, solas frente a un café humeante mirando nada.
En Buenos Aires se sigue minuto a minuto el estado de salud de Sandro.
En Buenos Aires se veló el cadáver de Sandro como si fuera el de un héroe nacional. Es que lo era.
En Buenos Aires creen en los ídolos. Los quieren. Los respetan. Los despedazan también.
En Buenos Aires un barrendero de la calle está sentado en un andén a las cinco treinta de la tarde. A su lado, un litro de cerveza empezado. Fuma mientras mira al cielo. Al lado de la autovía, puestos de manera prolija, están su carrito de basura y sus escobas.
En Buenos Aires hay una librería que queda dentro de un teatro construido en el siglo XIX. Es arrebatadoramente hermosa, pero vende lo mismo que todas las librerías de cadena.
En Buenos Aires leí un grafiti que decía “Las plantas no pecan”. Fue en el barrio de San Telmo.
En Buenos Aires caminan por la calle dandis de sesenta y de setenta años, sobre todo por la mañana y al final de la tarde. Nadie puede ser más elegante que estos caballeros.
En Buenos Aires está la calle República de la India. Si alguna vez vivo en Buenos Aires, quiero vivir en la calle República de la India.
En Buenos Aires no se come chunchurria, sino chinchulín. Es la misma tripa de vaca asada, pero mientras la primera palabra puede usarse como insulto, la segunda puede usarse como apelativo cariñoso.
En Buenos Aires uno puede pedir una botella de champán en cualquier parte y no queda como un mafioso.
En Buenos Aires, para celebrar el nuevo año, ponen música brasileña. A la media noche del 31 de diciembre entendí ese reclamo de Charly García que decía “la alegría no es sólo brasilera”.
En Buenos Aires hay estatuas.
En Buenos Aires se respeta el pasado.
En Buenos Aires la manera más entretenida de transportarse es en los colectivos o bondis. Y mire usted, es la más económica y va a todas partes.
En Buenos Aires el Ministerio de Defensa queda justo detrás de la Casa Rosada, y la casa de los militares es tres veces más grande que la de los presidentes.
En Buenos Aires, el último día del año, los empleados de las oficinas públicas y privadas del centro tiran por las ventanas todo el papel inservible y sobrante que usaron y no usarán más. Las calles quedan forradas, forradas, con una suerte de confeti burocrático.
En Buenos Aires todo el mundo habla mal del diario Clarín, pero todo el mundo al menos lo ojea.
En Buenos Aires circulan todos los días al menos siete periódicos.
En Buenos Aires oí este verso en una canción: “sos un biscuit de pestañas bien arqueadas”.
En Buenos Aires están las milongas más elegantes del universo mundo mundial. Y tienen nombres fantásticos como La Ideal, como El Beso, como Niño Bien, como La Viruta.
En Buenos Aires existen bares casi que exclusivos para caballeros sesentones, donde venden tragos de otras épocas como la hesperidina.
En Buenos Aires, sí, se baila el tango.

Publicado originalmente en El Malpensante, nº 126, diciembre de 2011.

Milonga La Viruta.

Comentarios

Carostranenie ha dicho que…
En Buenos Aires, mi amigo sonríe. Sonríe, toma y charla --largo y tendido-- en mi fresco patiecito, en una fiesta improvisada de pagana anti-Navidad frente a los bosques de Palermo, frente a un presuntuoso cartel de Mudanzas Verga(¡?) y en un decadentón bar de viejos tangueros. Mi amigo sonríe. Y yo con él. Claro que no sólo brasilera es la alegría. Tambén argento-colombiana.

Besotes, amigo! Por aquí los esperamos!
camilocálad ha dicho que…
En Buenos Aires, en Caballito, en el Parque Rivadavia, todas las tardes del verano, una señora ubica su silla debajo de un árbol sonoro plagado de chicharras,se sienta, cierra sus ojos y sonríe, disfrutando su concierto hasta que anochece.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Caro, amiga: difícil notarlo, pero la mujer que baila en la foto sos vos. Inolvidable la noche en tu fresco patiecito, la conversación con Viperina, la ciudad que nos mostraste. Gracias eternas.

Camilo: qué hermosa imagen. Gracias por agregar esa bonita letanía. Un abrazo.
chaly2 ha dicho que…
En Buenos Aires tuve mi primera...
Camilo Lozano ha dicho que…
En Buenos Aires no se reprime a nadie.
Diana López Castañeda ha dicho que…
En Buenos Aires, cuando se agarra el bondi se cree en la honestidad humana.
En Buenos Aires, alrededor del lago, cada mañana las personas se transforman en gacelas.
En Buenos Aires, uno puede comer helado de frutilla a las 0 horas (o sea, a las 12 de la noche).
En Buenos Aires, las veredas en la noche son un campo minado de mierda de perro, pero en la mañana han sido minuciosamente juagadas
Camilo Jiménez ha dicho que…
Gracias por esas letanías, Diana. Y por pasar por acá. Saludos.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Gracias por esas letanías, Diana. Y por pasar por acá. Saludos.
Anónimo ha dicho que…
En Buenos Aires vi llorar a Edy de Pearl Jam, mientras decía que era imposible un público así, que coreara hasta los riffs de una guitarra.
En Buenos Aires compre veinte dólares de facturas que duraron solo un día.
En Buenos Aires caminé por más de 4 horas y no me importo.
En Buenos Aires vi pelear a dos hombres y eran colombianos.
En Buenos Aires me trataron con desdén y cariño a un mismo tiempo.
En Buenos Aires comí piza. Realmente comí pizza.
En Buenos Aires gaste los ahorros de toda la vida, y no me importo.
En Buenos Aires podría seguir, en Buenos Aires.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Bella imagen la del señor Vedder llorando. Y las demás. Gracias por compartirlas.